domingo, 28 de julio de 2013

Obras procedentes de Borja en una exposición de Ibercaja


            Del 7 de marzo al 14 de julio pasado se mostró en el Patio de la Infanta de Zaragoza una exposición, organizada por la Obra Social de Ibercaja, con el título “Historia y Mitos. Piezas escogidas en la colección Ibercaja”, de la que hemos recibido ahora el catálogo de la misma.



            En ella figuraron dos tablas, atribuidas al pintor Miguel Jiménez y su taller (doc. entre 1462 y 1505), de las que se afirmaba que pertenecieron “a una colección privada de Borja”. Esta alusión despertó el lógico interés entre las personas que la visitaron y se nos ha preguntado sobre la relación de las mismas con nuestra ciudad. En principio, el único dato cierto es el que pertenecieron a una persona de nuestra ciudad pero ello no implica que procedieran de alguna de las iglesias borjanas.

            La que aparece reproducida en la parte superior tiene unas dimensiones de 38 x 27,5 cm. y representa una Piedad, en la que la Virgen, acompañada por otras santas mujeres contempla el cuerpo yacente de su Hijo. Sosteniendo los pies de Cristo se encuentra, probablemente, María Magdalena, identificada por ese recipiente que se encuentra a su lado. Según el catálogo, formó parte del banco de un retablo, en el que se representaban pasajes de la Pasión.



            La otra tabla que se relaciona con el mismo retablo representa el Prendimiento y sus dimensiones son casi similares: 37,50 x 26,50 cm. En ella hay algunos detalles que nos han llamado la atención.




            En primer lugar, se advierten claras diferencias entre los rostros de las figuras centrales y el de los soldados que se disponen a ambos lados que inducen a pensar en la intervención de varios artistas en su ejecución.



            Es muy interesante el rico muestrario de armas representadas, alabardas y partesanas entre otras, así como el curioso farol que alumbra la escena. Lo mismo podría decirse de los capacetes con los que se cubren los soldados.



            Especialmente llamativa es la indefinición del rostro del Malco, el criado al que San Pedro cortó la oreja que Cristo está curando, del que no se aprecia la parte anterior de la cabeza.

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