Acabamos
de adquirir un interesante documento relacionado con el cardenal D. Vicente
Casanova y Marzol, Hijo Predilecto de la ciudad de Borja, el cual viene a
sumarse a otros recuerdos que conservamos de este ilustre purpurado.
En
este caso se trata de la licencia concedida, siendo obispo de Almería, a D.
Vicente de la Fuente “abad en la diócesis de Tarazona”, para poder celebrar la
Misa, predicar y confesar en el territorio de la citada diócesis de Almería.
Este
requisito era imprescindible para los sacerdotes que se desplazaban a otros
lugares y se concedía por un tiempo determinado o, como se hace mención en este
documento, expedido el 1 de septiembre de 1914, “por el tiempo de nuestra voluntad”.
Ignoramos
las circunstancias personales del beneficiario y las razones por las que viajó
a Almería. Probablemente, está relacionado con el ilustre bilbilitano D.
Vicente de la Fuente Condón, historiador y jurisconsulto destacado.
Es
curioso constatar que, al dorso del documento, figuran aquellos pecados que un
sacerdote no podía absolver, sino que quedaban reservados al penitenciario, con
facultad delegada del obispo. Son 16 los casos que se especifican, entre ellos
los de hechicería, blasfemia pública, falso testimonio, agresiones entre
parientes, homicidio, incesto, concubinato con clérigos y religiosos, sodomía,
bestialidad, aborto, rapto, falsificación de moneda, agresiones a clérigos y
otros especialmente llamativos como la provocación de incendios forestales o el
de apropiarse de los alimentos destinados a los niños acogidos en los
hospicios.
Asimismo
nos permite recordar las armas que utilizaba como obispo, a través del sello
impreso en el ángulo inferior derecho. Se
trata de un escudo cuartelado, en cuyo primer cuartel figuran las armas de la
ciudad de Borja, como homenaje a la ciudad que le vio nacer. En ellas, se
disponen un castillo, correspondiente al
primer escudo que usó la ciudad, con la
flor de lis y el león rampante que le concedió Felipe V tras la Guerra de
Sucesión, y la vaca que se introdujo en el siglo XVII.
En
el segundo cuartel, partido, figuran el león de Zaragoza y las cadenas de
Navarra, aludiendo a su formación en el seminario de la capital aragonesa y a
su participación en la última guerra carlista.
En
el tercer cuartel aparecen las armas de la ciudad de Alfaro de la que fue
párroco, mientras que en el último cuartel se incluyen las que, en aquellos
momentos eran las armas de Maluenda que, en realidad, estaban tomadas de las de
la familia Ciria, de esa localidad.
En
escusón ovalado aparece la imagen de la Virgen del Buen Consejo, orlado con la
leyenda “OPVS AETERNI CONSILII”, recordando su etapa como rector de la
parroquia madrileña del mismo nombre. En jefe figura un escudete con el Sagrado
Corazón de Jesús.
Con
ello pretendía recordar, junto al lugar de su nacimiento, aquellos otros en los
que había ejercido su ministerio pastoral: Maluenda, Alfaro y Madrid.
Está
timbrado con galero de sinople (verde) con cinco borlas a cada lado, en tres
órdenes (1,2,3) y llevan acoladas una cruz con un solo travesaño y la mitra y
el báculo que se utilizaban hasta las nuevas normas dictadas por Pablo VI para
el diseño de los escudos episcopales.
Son
las mismas que figuran en la fachada de la casa que construyó en Borja, para
disfrutar de sus vacaciones de verano y que, tras su derribo, se exhiben el
Museo de la Colegiata.
Siendo
ya cardenal, las modifico, disponiendo en el segundo cuartel la cruz de
Alcoraz, en alusión a su origen aragonés, junto a las cadenas de Navarra.
Asimismo,
reemplazó en el cuarto las supuestas armas de Maluenda por la cruz de gules del
escudo de Almería, sin la bordura; y como entado en punta, la granada que hacía
referencia a la sede metropolitana de Granada que rigió hasta su fallecimiento.
Como
cardenal, las armas se timbraban con el capelo de gules (rojo) y 15 borlas a
cada lado, en cuatro órdenes (1,2,3,4,5) llevando acolada la cruz de doble travesaño,
propia de su condición de arzobispo.
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