Esta
espléndida imagen de la Estanca de Borja, con una bella amazona sobre hermoso
corcel, fue la justa recompensa que ayer encontraron los nueve intrépidos
participantes en la IV Marcha Senderista por las cabañas de la Muela Baja de
Borja.
La
verdad es que, tras su restauración, la Casa de la Estanca ha quedado
magnífica. No nos cansaremos de insistir en el interés de este monumento
borjano, declarado Bien de Interés Cultural y, ojalá que, como manifestaron los
miembros del Club de Senderistas del Huecha, organizadores de la marcha, las
cabañas visitadas a lo largo del recorrido se encontraran en la misma
situación.
Desgraciadamente
no ocurre lo mismo ya que, mientras algunas conservan toda su estructura, otras
se encuentran sepultadas por la maleza pues, como saben nuestros lectores,
detrás del grupo de la fotografía superior hay una de esas cabañas circulares,
tapizada de hiedra.
Más
lamentable es el estado de la mayor parte de los abejares, ejemplos de la
arquitectura popular y testimonio de una potente explotación pecuaria del
pasado que, ahora, van desapareciendo ante la indiferencia general.
También
se acercaron al puente de Vulcafrailes, enclavado en un histórico paraje,
escenario en el pasado de numerosos asaltos a los transeúntes que por allí
pasaban, como se relataba en nuestra obra Crímenes
ejemplares. Sobre el puente y el estado del mismo hemos publicado
comentarios anteriores.
El
día, cubierto pero sin lluvia, facilitó una marcha con numerosos atractivos, a
pesar de lo cual no logra reunir a un mayor número de personas. Este año,
acompañó a los que se animaron, Ana Gracia, premio de Deportes de Montaña del
pasado año.
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