Hasta
la Desamortización existieron en Borja cuatro conventos de religiosos:
franciscanos, agustinos descalzos, capuchinos y dominicos. Todos ellos
desaparecieron, aunque se conserva el edificio de capuchinos, actual sede del
hospital Sancti Spiritus y la iglesia del de dominicos, utilizada como
Auditorio Municipal y su claustro que forma parte del Colegio Público.
También
hay restos importantes del convento de franciscanos, de propiedad privada,
formando parte de unas instalaciones fabriles y viviendas. Sin embargo, el de
agustinos recoletos desapareció por completo. Su iglesia fue derribada para
abrir la calle Nueva y el edificio conventual, aunque se mantuvo hasta mediados
del siglo XX, terminó siendo demolida para edificar en su solar la actual sede
de Ibercaja, en la plaza de España.
Tampoco
nos han quedado demasiado testimonios documentales de esos conventos, aunque sí
existen en el Archivo Histórico Nacional y en algunos archivos privados, así
como algunos ejemplares de las magníficas bibliotecas con las que contaban en
algunos casos, como el de franciscanos. En este mismo blog ya dimos noticia de
los incunables, de esa procedencia, que existen en la Biblioteca Universitaria
de Zaragoza.
Hoy
queremos referirnos a un modesto documento que hemos podido reproducir. Se
trata un recibo firmado por el Prior del convento de agustinos, en 1800, fray
Pedro de San Joaquín, en el que manifiesta haber celebrado misas diarias, entre
el 3 de octubre de 1796 y el 1 de enero de 1800, por orden de mosen Eduardo
Torija y por cuenta de la capellanía de Dª Josefa Litago y Torija, por lo que
había recibido la cantidad de dos reales (por misa). Lo más llamativo es que
dichas misas no se habían celebrado en el citado convento, sino en “el altar mayor de San Miguel”.
Sencillo
testimonio de las costumbres de aquel momento, en el que se fundaban
capellanías con el propósito de ofrecer sufragios por quienes las creaban y sus
deudos. Ello nos sirve, ahora, para recordar a aquellos conventos desaparecidos
que junto a los dos de religiosas, que aún se mantienen (concepcionistas y
clarisas), constituían una expresión de la importancia de nuestra ciudad, de
acuerdo con los parámetros de la época.
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