miércoles, 20 de abril de 2016

Una rareza bibliográfica


            Dentro de nuestro empeño por conseguir las obras editadas por los miembros americanos de la familia Borja, acabamos de conseguir el libro La flauta de Onix, publicado en Quito, en 1920, en el que se reúne la producción literaria de Arturo Borja Pérez (1892-1912). Se trata de una obra extremadamente difícil de conseguir, ya que esa edición, realizada tras la muerte del autor, constaba de un número limitado de ejemplares. La ilustración de la portada es de Nicolás Delgado e incluye otras de C. Andrade y de A. Bellolio.




            Arturo Borja fue el noveno de los hijos del Dr. Luis Felipe Borja Pérez Lizarzaburu y de Carmen Amelia Pérez y Chiriboga. Nacido en Quito, desde niño mostró interés por la Literatura y fue precisamente escribiendo cuando se provocó una lesión ocular con la pluma. Tenía 14 años y para recuperar la visión de ese ojo fue enviado a París. Allí entró en contacto con la obra poética de los grandes escritores franceses de ese período: Mallarmé, Baudelaire, Rimbaud y especialmente la de Paul Verlaine, que fue su favorito.
A imitación de lo que había conocido en la capital francesa, al regresar a Quito creo un grupo literario con Ernesto Noboa Caamaño (que también había estado en Europa), Humberto Fierro y Medardo Ángel Silva. Todos murieron jóvenes y dos de ellos de manera trágica.  Considerados como los introductores del modernismo en Ecuador, fueron conocidos más tarde como la “generación decapitada”. 



Tradujo Les Chants de Maldoror de Isidore Ducasse, que firmaba con el seudónimo de “comte de Lautréamont”, publicándolos en la revista Letras, que fundó y editó en 1910. Es considerado el gran renovador de la poesía francesa del siglo XIX. Dirigió también la sección literaria del periódico La Prensa, aunque pronto se cansó de este trabajo. En realidad, llevaba una vida bohemia con sus amigos, inspirada en la de los poetas que admiraba.
Su producción poética fue limitada, siendo reunida después de su muerte en La Flauta de Ónix, por iniciativa de un grupo de amigos. En 1912 falleció su padre del que heredó una respetable cantidad de dinero, lo que contribuyó a acelerar su incursión en el mundo de la bohemia, agravando las crisis depresivas que periódicamente padecía. A pesar de ello, el 15 de octubre de 1912 contrajo matrimonio con Carmen Rosa Sánchez Destruge y s luna de miel transcurrió en una hacienda cercana a Guápulo. Catorce días después de regresar a Quito,  el 13 de noviembre de 1912, se suicidó con una sobredosis de morfina. La tragedia tuvo una enorme repercusión y se llegó a comentar que el joven matrimonio había llegado a un pacto para morir juntos, aunque al final sólo lo cumplió él. 

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