La “culeca”
es una torta con forma de mujer que armada en torno a una caña y con dos huevos
en su interior, se consume el día de San Jorge en Borja. Es una de las
tradiciones más arraigadas, aunque ha ido cambiando la forma en la que se come
e, incluso, el propio diseño de la misma.
En estas
primeras imágenes que presentamos podemos ver el aspecto que presenta en los
establecimientos en los que puede ser adquirida, recubierta de azúcar o de anises,
aunque originalmente su recubrimiento exterior era blanco, ya que eran
impregnadas con una mezcla de clara de huevo y azúcar, secada al calor del
horno.
Antes
era costumbre el ir a comerla a lugares próximos, como la ermita de San Jorge,
las orillas del Huecha o la torre de la Morena. Esta última llegó a ser un
destino preferido, mientras fue un espacio de disfrute público, hasta el punto
de que una de las más populares zarzuelas borjanas, con música de D. Ramón
Borobia y letra de D. Agustín Aperte, está dedicada a esta torre, La Morena. En ella, el coro de mozos y
mozas, hace referencia expresa a esa costumbre de ir a comer la culeca en ese “lugar
delicioso”:
¿Dónde vas linda borjana
con carita de azucena?
A comerme la culeca
y a bailar a la Morena.
Ahora,
la culeca se come en casa o en peñas, aunque no faltan quienes intentan
continuar la tradición no sólo en este aspecto, sin en su elaboración, ya que
las culecas se elaboraban en cada domicilio, la noche anterior a San Jorge, y
se llevaban a cocer al horno. Era casi un rito en el que participaban los más
pequeños, viendo cómo iban surgiendo las formas de la culeca, siguiendo los
pasos preestablecidos.
Una de
las personas que las siguen preparando en casa es Dª Rosi Ferrández, que nos ha
enviado una serie de fotografías en las que puede seguirse el proceso de
elaboración, que comienza con la preparación de la masa, la cual tras fermentar
se distribuye en pequeños bolos enharinados.
Con la
ayuda de un rodillo de madera se prepara una lámina sobre la que se montará la
culeca. Después, en una caña se inserta el trozo de masa que corresponde a la
cabeza, situándola sobre la anterior, dejando sobresalir un poco la parte
inferior de la caña.
A
continuación se colocan los huevos (duros, por supuesto) a ambos lados de la
caña central y se recubre el conjunto
con una pieza triangular de masa, de proporciones similares a la que ha servido
de base. En este caso, se sella el conjunto con ayuda de un palillo de madera,
pero también puede hacerse con un festoneado en torno a la parte inferior de la
culeca.
Finalmente
se colocan los “brazos” a ambos lados de la cabeza. Era frecuente rematar la
obra con el trenzado de una “corbata” en torno al cuello y, en ocasiones, un
pequeño rodillo de masa contorneaba el lugar en el que se encontraban los
huevos.
Ya
sólo queda hornearla el tiempo necesario en cualquier horno doméstico a la
temperatura adecuada, quedando lista para su consumo. En ocasiones anteriores
nos hemos referido a que, con la culeca y los huevos, se comía también una mata
de lechuga. Puede parecer llamativo, pero hay diversas referencias a este
complemento del “menú” de San Jorge. Siempre creíamos que la lechuga servía
para preparar una ensalada con los huevos duros, convenientemente aderezada, pero
los de mayor edad nos contaban que se comía a la vez que la culeca; bocado de
culeca, bocado de lechuga, y luego los huevos de un “sentón”. Como nunca lo
llegamos a ver, no podemos atestiguarlo.
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