La
víspera de San Jorge se celebró en Borja la ronda del Roscón, organizada por el
M. I. Ayuntamiento con la Escuela Municipal de Folclore Aragonés. Se trata de
una antigua tradición en la que los rondadores recorren las calles de la ciudad
precedidos por una larga caña en la que se insertan los roscones que, desde
balcones y ventanas, lanzan a su paso.
La
ronda partió de la Casa Consistorial, desde donde, a las once en punto de la
noche como se advierte en el reloj, el Sr. Alcalde D. Eduardo Arilla Pablo lanzó el primer roscón y, a
continuación, ofreció unas pastas a los participantes.
Además
de escucharse el canto de la jota, los alumnos de mayor edad y los más pequeños
bailaron, algo que no suele ser muy habitual en las antiguas rondas, en las que
la tradición marcaba que eran los jóvenes los que cantaban a las mozas, bajo
sus ventanas, siendo recompensados con un roscón, a lo que ellos correspondían
en muchas localidades, enramándolas en la noche de San Juan. Cuando no recibían
el roscón, su venganza consistía en colgar “carnuces” o restos de animales en
la ventana de la desagradecida moza.
Con el
acompañamiento de numerosas personas la ronda siguió su recorrido, llegando a
la Casa de Aguilar, desde cuyo balcón, nuestro Centro hace entrega todos los
años de varios roscones.
En
esta ocasión habíamos preparado cuatro y, aunque uno de ellos se rompió, fueron
tres los que se deslizaron por la caña que llevaba Alfredo Sánchez Pablo,
lanzados con precisión por María Ángeles Martínez, Rosa Rojas y la niña Marta
Miguel. No obstante, este año no hubo jotas en la plaza, salvo la que cantaron
a su paso, lo que nos plantea el problema de donde colocaremos el carnuz en la
noche de San Juan, pues si era costumbre “castigar” a los que no entregaban
roscones, lo mismo habrá que hacer con
los que no cantaron al recibir tan generoso obsequio.
La
ronda deparó bonitas imágenes recogidas por Enrique Lacleta, autor de las
fotografías que ilustran este reportaje, como esta última tomada en la calle de
San Francisco con el arco al fondo.
Fueron
muchos los roscones reunidos, los cuales se entregaron después al hospital
Sancti Spiritus y a los dos conventos de clausura como es costumbre todos los
años.
Entre
jotas cantadas y bailadas, la ronda terminó a altas horas de la madrugada,
renovando una vez más esta tradición que, durante algún tiempo, estuvo perdida
pero que, desde hace años, ha sido recuperada con fuerza como viene a
demostrarse en cada víspera de la fiesta del patrón de Aragón.
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