Interrumpíamos
ayer el relato del sorprendente caso del niño de Fuendejalón con la pregunta
¿Qué fue de Melchor Lamana? Era especialmente interesante conocer el final de
aquella historia que tan amplio eco había tenido en los medios de comunicación
y, para ello, continuamos nuestra investigación.
El
primer resultado fue este dibujo a tinta china sobre papel que forma parte del
Patrimonio Cultural de la Universidad de Zaragoza. Es obra del Luis Pablo Sanz
Lafita “Rodio” (1902-1996), al dorso del cual aparece escrito “Melchor Lamana”.
Podía tratarse, por lo tanto del joven de Fuendejalón, lo que venía a demostrar
que había cursado estudios en la citada universidad.
La
búsqueda realizada en la colección histórica de la Gaceta de Madrid, nos deparó datos de sumo interés. Por Real Orden
de 24 de noviembre de 1930, fueron convocadas 25 plazas para cubrir las
vacantes existentes en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y
Arqueólogos, siendo uno de los 118 aspirantes que se presentaron a las
oposiciones “D. Melchor Lamana Navascués” (Gaceta
de Madrid de 31 de enero de 1931). Era la primera ocasión en la que se
hacía constar su segundo apellido “Navascués”, de evidente relación con
Fuendejalón, aunque no podíamos asegurar, en ese momento, que fuera la misma
persona.
D.
Melchor aprobó y fue destinado al Archivo de la Delegación de Hacienda de
Granada, donde por una Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas
Artes, el 2 de noviembre de 1931, era ascendido a la categoría siguiente, con
sueldo de 5.000 pesetas (Gaceta de Madrid,
de 10 de noviembre de 1931).
Allí
le sorprendió la Guerra Civil. Alguna relación debió tener con Federico García
Lorca, dado que Eduardo Molina Fajardo lo cita en su obra sobre los últimos días
del poeta que, por el momento, no hemos podido consultar. De lo que no cabe
duda es que fue sometido a un expediente de depuración y separado del servicio.
Por
Orden de 12 de mayo de 1954, siendo Ministro de Educación Nacional D. Joaquín
Ruiz-Giménez, se le concedió el reingreso en el Cuerpo, siendo destinado a la
Biblioteca y Archivo Histórico de Jaén, así como a la Delegación de Hacienda de
esa ciudad.
Allí,
fue el auténtico impulsor del Archivo Histórico, donde reunió los fondos de los
archivos de protocolos de Alcalá la Real, Huelma y La Carolina, así como los
libros de las Contadurías de Hipotecas de Andújar, La Carolina y Jaén, en un
edificio cedido por el Ayuntamiento de la ciudad en la calle Julio Ángel.
Sorprendentemente,
el 3 de mayo de 1958 fue destinado a la Biblioteca de la Universidad de Murcia
(BOE de 30 de mayo de 1958). Tras solicitar una prórroga para su incorporación,
en octubre de ese año, logró una permuta que le permitió continuar en Jaén
hasta su fallecimiento en 1967.
Hemos
encontrado diversos testimonios sobre la gran labor realizada en esa ciudad,
donde consolidó su prestigio como funcionario ejemplar. Buscando noticias sobre
la fecha exacta de su muerte, encontramos en la biblioteca de nuestro Centro,
la nota necrológica que el Boletín de
Estudios Gienenses publicó en su nº 39. Allí quedaba atestiguada la
identidad de nuestro personaje e incluso su imagen.
Porque
en la citada nota se señala que D. Melchor Lamana Navascués era “aragonés, de
Fuendejalón, nacido en 1909”, lo que unido al característico perfil de su
rostro nos permite relacionarlo con la caricatura del joven estudiante y con el
niño prodigio que motivó estos comentarios. La única duda es que los medios de
comunicación cuando lo “descubrieron” en 1917, señalaban que tenía 16 o 17
años. Si la fecha que se indica en su necrológica es cierta, cosa que parece
razonable, en realidad era mucho más joven cuando alcanzó notoriedad.
A través
de esa reseña sabemos también que cursó los estudios de Filosofía y Letras en
la Universidad de Zaragoza, lo que ya intuíamos; que estuvo destinado en el
Archivo de la Chancillería de Granada; y que en Jaén, dirigió la Biblioteca
Pública Provincial, el Archivo de la Delegación de Hacienda y el Histórico
Provincial del fue realmente creador.
Murió
con 58 años, pero con la satisfacción de haber respondido con creces a la
confianza que en él depositaron muchas personas; y alejado del ruido mediático
desarrolló una intensa labor en el ámbito de su actividad profesional. A
nosotros nos cabe la satisfacción de haber “redescubierto” a este ilustre
personaje de Fuendejalón, del que no teníamos noticia, motivo por el cual no lo
incluimos en nuestro Diccionario
Biográfico.
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