viernes, 26 de mayo de 2017

¿Qué fue de Melchor Lamana?


         Interrumpíamos ayer el relato del sorprendente caso del niño de Fuendejalón con la pregunta ¿Qué fue de Melchor Lamana? Era especialmente interesante conocer el final de aquella historia que tan amplio eco había tenido en los medios de comunicación y, para ello, continuamos nuestra investigación.
         El primer resultado fue este dibujo a tinta china sobre papel que forma parte del Patrimonio Cultural de la Universidad de Zaragoza. Es obra del Luis Pablo Sanz Lafita “Rodio” (1902-1996), al dorso del cual aparece escrito “Melchor Lamana”. Podía tratarse, por lo tanto del joven de Fuendejalón, lo que venía a demostrar que había cursado estudios en la citada universidad.
         La búsqueda realizada en la colección histórica de la Gaceta de Madrid, nos deparó datos de sumo interés. Por Real Orden de 24 de noviembre de 1930, fueron convocadas 25 plazas para cubrir las vacantes existentes en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, siendo uno de los 118 aspirantes que se presentaron a las oposiciones “D. Melchor Lamana Navascués” (Gaceta de Madrid de 31 de enero de 1931). Era la primera ocasión en la que se hacía constar su segundo apellido “Navascués”, de evidente relación con Fuendejalón, aunque no podíamos asegurar, en ese momento, que fuera la misma persona.

         D. Melchor aprobó y fue destinado al Archivo de la Delegación de Hacienda de Granada, donde por una Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 2 de noviembre de 1931, era ascendido a la categoría siguiente, con sueldo de 5.000 pesetas (Gaceta de Madrid, de 10 de noviembre de 1931).




         Allí le sorprendió la Guerra Civil. Alguna relación debió tener con Federico García Lorca, dado que Eduardo Molina Fajardo lo cita en su obra sobre los últimos días del poeta que, por el momento, no hemos podido consultar. De lo que no cabe duda es que fue sometido a un expediente de depuración y separado del servicio.



         Por Orden de 12 de mayo de 1954, siendo Ministro de Educación Nacional D. Joaquín Ruiz-Giménez, se le concedió el reingreso en el Cuerpo, siendo destinado a la Biblioteca y Archivo Histórico de Jaén, así como a la Delegación de Hacienda de esa ciudad.
         Allí, fue el auténtico impulsor del Archivo Histórico, donde reunió los fondos de los archivos de protocolos de Alcalá la Real, Huelma y La Carolina, así como los libros de las Contadurías de Hipotecas de Andújar, La Carolina y Jaén, en un edificio cedido por el Ayuntamiento de la ciudad en la calle Julio Ángel.
         Sorprendentemente, el 3 de mayo de 1958 fue destinado a la Biblioteca de la Universidad de Murcia (BOE de 30 de mayo de 1958). Tras solicitar una prórroga para su incorporación, en octubre de ese año, logró una permuta que le permitió continuar en Jaén hasta su fallecimiento en 1967.

         Hemos encontrado diversos testimonios sobre la gran labor realizada en esa ciudad, donde consolidó su prestigio como funcionario ejemplar. Buscando noticias sobre la fecha exacta de su muerte, encontramos en la biblioteca de nuestro Centro, la nota necrológica que el Boletín de Estudios Gienenses publicó en su nº 39. Allí quedaba atestiguada la identidad de nuestro personaje e incluso su imagen.



         Porque en la citada nota se señala que D. Melchor Lamana Navascués era “aragonés, de Fuendejalón, nacido en 1909”, lo que unido al característico perfil de su rostro nos permite relacionarlo con la caricatura del joven estudiante y con el niño prodigio que motivó estos comentarios. La única duda es que los medios de comunicación cuando lo “descubrieron” en 1917, señalaban que tenía 16 o 17 años. Si la fecha que se indica en su necrológica es cierta, cosa que parece razonable, en realidad era mucho más joven cuando alcanzó notoriedad.
         A través de esa reseña sabemos también que cursó los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, lo que ya intuíamos; que estuvo destinado en el Archivo de la Chancillería de Granada; y que en Jaén, dirigió la Biblioteca Pública Provincial, el Archivo de la Delegación de Hacienda y el Histórico Provincial del fue realmente creador.

         Murió con 58 años, pero con la satisfacción de haber respondido con creces a la confianza que en él depositaron muchas personas; y alejado del ruido mediático desarrolló una intensa labor en el ámbito de su actividad profesional. A nosotros nos cabe la satisfacción de haber “redescubierto” a este ilustre personaje de Fuendejalón, del que no teníamos noticia, motivo por el cual no lo incluimos en nuestro Diccionario Biográfico.

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