Continuamos
hoy con otros cuatro elementos declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad en la reunión del Comité Intergubernamental de la UNESCO, reunido
recientemente en isla Mauricio. La primera de las que hoy reseñamos es Chidaoba, lucha tradicional georgiana.
Modalidad ancestral de arte marcial, la lucha denominada “chidaoba” es
practicada por una gran parte de la población masculina de todas las regiones,
núcleos de población y comunidades de Georgia. Entre los depositarios de este
elemento del patrimonio cultural figuran clubs deportivos, centros docentes, organizaciones
de aficionados, habitantes de las ciudades y jóvenes en general. Se trata de un
elemento complejo que aúna la lucha propiamente dicha con la ejecución de
músicas y danzas. Hasta finales de la Edad Media tuvo una función bélica y
luego se fue convirtiendo en un espectáculo deportivo. Los torneos agrupan a
numerosos espectadores congregados en torno a una cancha al aire libre y el
inicio de los combates se ameniza con músicas tradicionales interpretadas por
un instrumento de viento (“zurna”) y un tambor (“doli”), típicamente
georgianos. Vestidos con una prenda especial (“chokha”), los combatientes
tratan de derrotar a sus adversarios haciendo presa en sus cuerpos para
derribarlos, mientras una música ejecutada con brío anima la dinámica del
combate. Un código de conducta caballeresco dicta la conducta de los luchadores
que, en algunas ocasiones, salen de la cancha acompañados por danzas
folclóricas. Este tipo de lucha comprende unas 200 llaves y contrallaves
específicas, y la creatividad de los combatientes se manifiesta en su capacidad
para combinarlas. Como elemento del patrimonio cultural fomenta un modo de vida
sano y desempeña una función importante en el diálogo intercultural. Desde
comienzos de la primavera hasta el otoño, los jóvenes practican esta lucha al
aire libre para dominar en la práctica los conocimientos que han adquirido
presenciando torneos. En casi todos los pueblos y ciudades de Georgia hay
agrupaciones de “chidaoba”. La candidatura fue presentada por Georgia.
Competencias
en materia de perfumería en el País de Grasse: cultivo de plantas olorosas,
conocimiento y transformación de materias primas naturales y arte de elaborar
perfumes. En la región francesa de Grasse, las competencias
técnicas en materia de perfumes abarcan tres ámbitos diferentes: el cultivo de
plantas para perfumería; el conocimiento y la transformación de las esencias
naturales; y el arte de elaborar perfumes. En la práctica de este elemento del patrimonio
cultural participan numerosas comunidades y agrupaciones pertenecientes a la
Asociación del Patrimonio Vivo del País de Grasse. Desde el siglo XVI por lo
menos, el cultivo, la destilación de esencias de plantas olorosas para perfumes
y la mezcla de sus aromas cobraron un importante desarrollo en esta región como
elementos de mejora de los productos de las curtidurías artesanales de pieles
que fueron predominantes en la zona durante mucho tiempo. El cultivo de las
plantas para perfumería exige numerosas competencias prácticas y conocimientos
sobre la naturaleza, el suelo, el clima, la biología, la fisiología vegetal, la
jardinería y las técnicas de extracción y destilación hidráulica de las
esencias. Los habitantes de Grasse han hecho suyos estos conocimientos y
prácticas, contribuyendo además a su perfeccionamiento. Además de una maestría
técnica, el arte de la elaboración de perfumes requiere dotes imaginativas y
creativas, así como una buena memoria olfativa. Este elemento del patrimonio
cultural contribuye a la creación de vínculos sociales y es una fuente
importante de trabajo estacional. Su transmisión se ha venido efectuando
esencialmente de modo informal mediante un largo periodo de aprendizaje en los
talleres de perfumería, pero en los últimos decenios se ha manifestado un
creciente interés por la estandarización de este aprendizaje con métodos de
enseñanza formal. La candidatura fue presentada por Francia.
Conocimientos
y prácticas sobre la vida, la salud y la prevención de enfermedades y su
tratamiento: la balneoterapia lum de la sowa rigpa, medicina tradicional
tibetana. La
balneoterapia “lum” de la “sowa rigpa” –medicina tradicional del pueblo
tibetano– es una práctica basada en los cinco elementos naturales de la
cosmovisión de éste, así como en su idea de que la salud y la enfermedad
dependen de tres elementos dinámicos denominados “lung”, “tripa” y “pekang”. En
tibetano, el término “lum” designa los conocimientos y prácticas relativos a
los baños en aguas termales, en maceraciones de plantas y con vapor destinados
a reequilibrar el cuerpo y el espíritu, preservar la salud y tratar las
enfermedades. Influido por las primitivas creencias bön, animistas y
chamánicas, así como por la posterior religión budista, este elemento del
patrimonio cultural encarna la experiencia popular ancestral en materia de
prevención y tratamiento de enfermedades; y los conocimientos médicos
tradicionales que lo integran, presentados en el “Gyud zhi” (“Tratado de los
Cuatro Tantras”), se han transmitido y se aplican en la práctica actualmente.
Los depositarios y praticantes del elemento son pastores, agricultores y
habitantes de zonas urbanas pobladas por tibetanos. Los “manpas” (médicos),
“lum jorkhans” (farmacéuticos) y “manyoks” (balneoterapeutas) tradicionales
desempeñan también un papel específico importante en la transmisión de este
elemento, que cumple una función esencial en la mejora de las condiciones
sanitarias de la población, el fomento de valores de comportamiento social y la
promoción del respeto por la naturaleza. Su transmisión se efectúa de
generación en generación en el contexto de la vida diaria o de prácticas
medicinales, así como en la celebración de rituales religiosos y eventos
folclóricos. Hoy en día se ha integrado como materia complementaria en los
programas de las facutades de medicina moderna. La candidatura fue presentada
por la República Popular China.
Conocimientos
y técnicas de alfarería de las mujeres de Sejnane (Túnez).
Los conocimientos y competencias de las mujeres de la localidad de Sejnane en
materia de alfarería se plasman en el uso de una técnica específica de
fabricación de objetos de barro cocido para el hogar, como utensilios de
cocina, muñecos y figuritas de animales inspiradas en el medio ambiente
circundante. Las mujeres ocupan una posición muy destacada en el seno de la
comunidad local, ya que solamente ellas son las que asumen la realización de
todas las etapas de producción de esos objetos, así como la venta de éstos en
el pueblo o en las cunetas de carreteras próximas. Después de extraer la
arcilla de los lechos secos de ramblas, la trocean, trituran, depuran y remojan
antes de amasarla para modelar los objetos y cocerlos. Una vez cocidas, las
cerámicas se decoran con motivos geométricos bicolores que evocan los usados en
los tatuajes y tejidos bereberes tradicionales. Como los hombres ayudan a la
venta de los productos, esta artesanía hogareña fomenta, de hecho, la cohesión
familiar. Para afrontar la evolución de la sociedad y la economía, las mujeres
de Sejnane han adaptado su producción artesanal a los imperativos de la vida
moderna y las fluctuaciones de la demanda, demostrando así su capacidad de
innovación. Los conocimientos y competencias prácticas de este elemento del
patrimonio cultural se transmiten mediante una enseñanza tradicional e informal
en el seno de las familias, que alientan a sus hijas al aprendizaje del arte de
fabricar objetos de barro cocido compaginándolo con su escolaridad. Por su
parte, la Oficina Nacional de Artesanía imparte cursos de formación a las
jóvenes de la comunidad que desean dedicarse. La candidatura fue presentada por
Túnez.
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