Prometíamos
el martes publicar imágenes del resultado final de la intervención en la ermita
de Gañarul y lo hacemos hoy comparándolo con el estado en el que se encontraba
la ermita en la década de los años 70 del pasado siglo, cuando se utilizaba ya
como aprisco, pero todavía no había alcanzado los niveles de deterioro y ruina
que nos hicieron temer por su completa desaparición.
En la
fachada principal y sobre la puerta se ha dejado el espacio para recolocar la
placa de cerámica de Muel que existía en ella con la inscripción “Yglesia para
el culto”. Fue robada, al igual que la pieza metálica que sujetaba uno de los
tensores que, durante un tiempo, afianzaron el edificio, todos ellos retirados
por los amigos de lo ajeno. Como aclaración a la primera imagen, el joven
arquitecto que aparece en ella lo que estaba realizando es una toma fotográfica
con la cámara apoyada al muro.
Donde
el cambio es más llamativo es en el hastial de los pies, donde se han rehecho
los dos campaniles superpuestos y rehecho el friso, cerrando el vano abierto.
En las imágenes antiguas se ve muy bien la huella de la casa del ermitaño que
hubo adosada a la ermita y, también, los grandes sillares procedentes de
torreón medieval que existió en las inmediaciones y que, tras su demolición, se
utilizaron como contención del talud.
Este
es el muro longitudinal posterior, donde los contrafuertes se han mantenido, pero
reduciendo su altura, lo que permite visualizar perfectamente las distintas
fases constructivas con el cambio de decoración correspondiente a cada una de
ellas.
Aquí
puede verse en detalle esos cambios en las franjas decorativas de ladrillo, de
manera que un edificio de tan reducidas dimensiones se convierte, de hecho, en
toda una lección de la arquitectura mudéjar. Entre el primero y segundo tramo,
al rebajar el contrafuerte se ha dejado el testimonio del muro de cierre
primitivo cuya existencia fue plenamente documentada a la altura de las
bóvedas, durante las obras, y que viene a cambiar los planteamientos sobre el
origen de la ermita y su diseño inicial.
También
en este lado hubo piezas metálicas para los tensores, por lo que nunca el
estado del muro fue tan limpio y perfecto como ahora ha quedado.
Y esta
es la cabecera del templo, donde se ha respetado el vano que daba luz al altar,
en su primera época, ya que posteriormente quedó oculto por el retablo barroco,
presidido por la bellísima imagen medieval de la Virgen. El retablo fue
expoliado pero la Virgen se conserva en la iglesia parroquial de Agón. El
sillar que aparece adosado pertenece al antiguo torreón de defensa del poblado
y estaba allí ahora, por lo que se ha decidido dejarlo, como banco para quienes
se acerquen a la ermita.
Como
ya comentamos, queda pendiente la restauración del interior, algo mucho más
sencillo que será ejecutado en el próximo ejercicio.
Por el
momento, ya se han realizado catas en sus muros y, en ellas aparecen motivos
vegetales y heráldicos que constituyen un aliciente más para el valor artístico
del monumento, aunque se encuentran solamente circunscritos al tramo en el que
se encontraba el sepulcro del señor del lugar, que también fue saqueado y
robada su lauda sepulcral.
Estas
fotografías de la lauda fueron realizadas cuando el sepulcro había sido ya
saqueado, pero se mantenía en su lugar. En ella aparecían tres escudos, iguales
los de los extremos, cuartelados con estrellas de ocho puntas en 1º y 4º; y
león rampante en 2º y 3º. Nunca supimos el personaje al que perteneció este
blasón, pero la cruz recta que aparece en el del centro nos sugirió la
posibilidad de que estuviera relacionado con la Orden de Malta.
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