Pedro Domínguez Barrios
nos ha remitido lo que califica de “penúltimo informe” de las obras de
restauración de la ermita de Gañarul, lo que viene a poner de manifiesto que nos
acercamos ya al final de esta intervención que ha permitido la salvación de un
monumento de nuestra comarca que estaba a punto de desaparecer. En estas
fotografías se puede ver la ermita ya con sus cubiertas terminadas y dos de sus
fachadas.
Este
el estado actual de los dos testeros. Sólo queda por terminar el rejuntado de
la parte baja de todas las fachadas; el acondicionamiento del entorno del
edificio con grava, para sanearlo y evitar que crezcan hierbas; la
reconstrucción de la escalera de acceso; y la colocación de la nueva puerta así
como una placa de alabastro perforada en el hueco del testero sureste.
En el
interior, que en esta fase no va a ser restaurado, se está procediendo a sellar
las grietas y pequeñas aberturas en los arcos de la bóveda y ha sido, al
descarnar las juntas de mortero, cuando se han encontrado cuñas de madera,
introducidas entre los ladrillos del arco, sin duda colocadas como remedio
cuando estos se abrieron al ceder los muros. Son de diversos tipos, como puede
verse en esta última fotografía. Ha sido una sorpresa descubrir este
procedimiento utilizado, en su momento, para afianzar los arcos, como también
lo fue encontrar la primera bóveda tabicada a la catalana.
Otra
sorpresa ha sido el que, al desbrozar y excavar someramente el perímetro de la
ermita, para colocar la grava, han aparecido los muros perimetrales de una
edificación anexa a la misma. Se trata de un muro paralelo a la fachada
principal, que cerraba contra la misma junto a la jamba izquierda de la misma,
con una anchura de unos dos metros, y otro enrasado con la fachada
posterior.
Pedro
ya había aludido a esta construcción, que no llegamos a conocer, en el estudio
que realizó hace 15 años, señalando que podría tratarse de una casa para el
ermitaño o con funciones auxiliares, para cuya construcción fue preciso mutilar
el testero principal, abriendo un hueco en el centro; abriendo mechinales para
apoyo de vigas; y probablemente cambiando la cubierta original de la ermita,
como nos mostraba en esta fotografía.
En
esta última imagen se pueden ver los restos del pavimento de ladrillo que tuvo, así como las obras de
reconstrucción de la escalera de acceso al interior de la ermita.
Pero, junto a la alegría que suscita la culminación de las
obras, no podemos dejar de señalar la tristeza provocada por un nuevo robo de
material que se ha producido, en el que se han llevado además gran cantidad de
los puntales utilizados en el interior de la ermita. Es el segundo que se
produce, viniendo a poner de manifiesto que hay mala gente entre nosotros y que
vivimos en una época de inseguridad que nos hace temer por el futuro de una
obra que tanto esfuerzo ha costado llevar a cabo. Creemos que, para evitar
lamentaciones posteriores, habrá que adoptar algunas medidas de prevención
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