Somos
conscientes de la frecuencia con la que utiliza el calificativo de “histórico”,
pero el acto celebrado ayer ante la ermita de Gañarul lo merece, dado que con
la firma del acta de recepción culminaban las obras de restauración de este
monumento mudéjar que estuvo a punto de desaparecer, tras años de abandono.
Recientemente,
José María Pérez “Peridis” publicó una obra en la que con el título Cuando una ruina puede ser una esperanza,
en la que hace alusión a lo que supuso la salvación del monasterio de Santa María
la Real de Aguilar de Campoo, sumido también en la ruina.
Gañarul
constituye ahora un nuevo ejemplo de que es posible alentar la esperanza en
torno a algunos monumentos emblemáticos que no podemos resignarnos a ver desaparecer.
Y la pequeña ermita constituye un maravilloso ejemplo por su importancia
arquitectónica y por todo el proceso que ha permitido verla renacer, cuando
muchos se resignaban a asistir impasibles a su definitivo hundimiento.
Junto
a sus muros restaurados posaron satisfechos los artífices de este gran logro.
Por parte de la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de
Aragón (sin cuya decidida intervención nada hubiera sido posible) estaban D.
Fernando López Barrena, Jefe del Servicio de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural; el
también arquitecto D. Miguel Pérez Cubero y la aparejadora Dª. María Luisa Díez
García.
Por el
Ayuntamiento de Agón, propietario actual del monumento, estaban su Alcalde D.
Juan Carlos Yoldi Martínez, acompañado por las concejalas Dª. Carmen Ruiz
Marcellán y Dª. María Luisa Díez García.
Mención
especial merece el equipo director de la obra, integrado por los arquitectos D.
Pablo de la Cal Nicolás, D. Gabriel Oliván Bascones y D. Javier Corzán Serrano
(natural de Azuara).
Por la
empresa Nagarán S. L. de Tarazona estaba el encargado D. Luis Miguel García Pérez
que también fue quien ejecutó las obras de restauración del palacio de los
Alcañices en Borja y que, junto a todo su equipo, ha hecho gala de una
extraordinaria profesionalidad a lo largo de todos los trabajos.
Como
detalle anecdótico podemos señalar que la firma de las cuatro copias del acta
de recepción se efectuó sobre el capó de un histórico vehículo, un Hyundai
Sonata que aún circula por las calles de Borja, aunque no pudo hacerlo
recientemente por las de Madrid, cosa que nos dolió, el no poder entrar en
Madrid, por disposición de su Alcaldesa, no el que lo utilizaran para la firma,
dado que viene a añadir aún más valor a esta preciada reliquia automovilística.
En
compañía de D. Pablo de la Cal y de D. Javier Corzán tuvimos oportunidad de
visitar detenidamente el monumento, al que dedicaremos un artículo posterior y,
luego, las hermanas Ruiz-Marcellán, nos sorprendieron con un improvisado café,
acompañado con magdalenas de Ainzón que se agradeció. Entre los asistentes se
encontraba también D. Ricardo Martínez Frago, cuya madre fue bautizada en esa
ermita, entonces iglesia parroquial de Gañarul.
Gracias
a todos los que han hecho posible un logro tan espectacular para el Patrimonio
Cultural de nuestra comarca, sin arredrarse ante las múltiples dificultades
surgidas en el transcurso del tiempo. Ahora, tan sólo queda completar el
adecentamiento interior del templo que nos ha sido anunciado para el próximo
ejercicio y en donde ya se han efectuado catas, a cargo de Albarium, que han
permitido descubrir pinturas murales que serán recuperadas.
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