Cartagena
es una ciudad cuya historia ha estado unida a las excelentes condiciones de su
bahía, puerto seguro y amplio que fue utilizado desde la más remota antigüedad
y que, en el siglo XVIII, fue determinante para que se convirtiera en sede de
lo que más tarde fue el Departamento Marítimo del Mediterráneo.
Los
edificios vinculados a la Armada, como el Arsenal, la antigua Escuela de
Guardiasmarinas o el Cuartel de Instrucción de Marinería (destinado ahora a
otros usos) siguen siendo testimonios palpables de un pasado glorioso. Pero la
disminución de la presencia naval y la crisis industrial afectaron
profundamente a la ciudad que se ha ido recuperando merced a su reorientación
como destino turístico, al mantenimiento de
otros sectores como el de la construcción naval y, de manera muy
especial por la presencia universitaria.
Durante
nuestra estancia en Cartagena nos sorprendió la presencia en su puerto de
grandes cruceros en cortas estancias pero que, sin embargo, proyectan sobre la
ciudad un numeroso grupo de personas que incide muy favorablemente en el sector
comercial.
El
puerto deportivo acoge un elevadisimo número de embarcaciones, izando los
pabellones más diversos, entre los que encontramos el de Suiza, un país que a
pesar de estar enclavado en el corazón de Europa, sin acceso al mar pero con
muchos lagos, también lo tiene.
El
esfuerzo realizado en la recuperación del patrimonio arqueológico ha sido
enorme, destacando el descubrimiento del teatro romano, restaurado por el
arquitecto Rafael Moneo, convertido en lugar de referencia en ese ámbito.
Pero
la ciudad está jalonada de instalaciones que permiten contemplar los hallazgos
que surgen por doquier, como las antiguas murallas púnicas o el foro romano,
para lo que no se ha regateado fuertes inversiones económicas.
Especial
importancia tiene el Parque Arqueológico del Molinete, zona que ha sufrido un
cambio espectacular, aún en curso de excavación y estudio pero en donde está a
punto de ser inaugurado un Centro de Interpretación de grandes proporciones.
Cartagena
es, también, una ciudad con bellos edificios modernistas entre los que destaca
su Casa Consistorial, aunque su casco antiguo adolece de los problemas comunes
a otros, como consecuencia de la despoblación. No obstante, al reto de su
recuperación se enfrentan ahora sus autoridades. Si lo consiguieran podrían
alardear de haber devuelto a la vida una zona de especial importancia.
No
obstante, el visitante que llega por mar, encuentra zonas bien cuidadas, con
jardines y flores; monumentos como la antigua muralla; el dedicado a los héroes
de Cavite; o las placas que recuerdan el pasado de la ciudad y la impresión que
causó a Miguel de Cervantes.
También monumentos, como los dedicados a esos
colectivos que marcaron el pasado reciente de la población: marineros, infantes
de Marina y soldados del Ejército de Tierra, junto con otros de diseño mucho
más moderno.
No
deja de ser curioso que sean esos monumentos uno de los lugares elegidos por
los visitantes para dejar constancia fotográfica de su paso por la ciudad,
convirtiéndolos en atractivos iconos de la misma.
Es
imposible resumir en una breve crónica todo lo que Cartagena encierra. Desde
sus fuertes al Museo de Artillería, pero queremos poner de manifiesto lo que la
Universidad ha supuesto para ella, restaurando y dando destino a edificios emblemáticos
como el antiguo Hospital Naval o “La Milagrosa”, sin olvidar el ya citado
Cuartel de Instrucción de Marinería. Asimismo, debemos mencionar la
rehabilitación de algunos elementos de la arquitectura tradicional, un
patrimonio muy rico en el campo de Cartagena.
Cuando
llegamos aún quedaban huellas de la pasada Semana Santa que, en Cartagena,
adquiere características singulares con sus cofradías de marrajos y
californios. Atractivo turístico al que vino a sumarse la fiesta de romanos y
cartagineses que ha adquirido una extraordinaria importancia.
Nuestros
mejores deseos a una ciudad que quiso colocarse bajo la protección de la
Inmaculada y que tiene a la Virgen de la Caridad, venerada en una espectacular
basílica, como Patrona y símbolo de unión entre todos los nacidos en ella, circunstancia
que comparten con cuatro grandes santos hermanos, nada menos que San Leandro,
San Fulgencio, Santa Florentina y San Isidoro.
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