lunes, 28 de septiembre de 2020

Libros recibidos 353

 

         El Periódico de Aragón acaba de publicar la obra José Antonio Labordeta. Artículos en El Periódico de Aragón. 1994-2007, en la que reúne todas las colaboraciones del recordado cantautor y político, entre otras cosas, con un prólogo de su hija Ángela Labordeta e introducción de Antonio Ibáñez.

         Se estructuran en cuatro apartados: “El paseante”, un recorrido por rincones entrañables de la capital aragonesa; “Metro Sevilla” con su peculiar visión de Madrid en su etapa de parlamentario; “La muga” y “La muga de tambores”, finalizando con el artículo “Buenos días y adiós”, publicado el 31 de mayo de 2005 en el que expresaba su decepción por los resultados obtenidos por la CHA en las últimas elecciones, aunque como colofón del libro se reproduce otro que apareció en El Periódico en agosto de 2007.

         Lo leímos ayer por la tarde, constatando lo efímera que es la vida y cuántos nombres que ayer fueron actualidad son ahora apenas un recuerdo. Pero, llevados de ese sentido localista innato en todos nosotros, hemos buscado referencias a cosas cercanas.

         En una entrevista mantenida con el Rey, en 2004, dice que le explicó el significado de la expresión “Salud y monarquía federal”, el que las gentes de Aragón gritaban cuando iban un poco cargadillos de Cariñena. Labordeta se justificaba después de debió decir de Campo de Borja, Calatayud y también Somontano, pero para él, hablar de vino era hablar de Cariñena y alude a sus caldos en  otros artículos.

         Gallur aparece fugazmente en uno publicado en junio de 2005 y al pintor y poeta de Mallén, Vicente Pascual le dedicó otro en diciembre de 2006. No era de Borja, pero aquí dejó una importante huella. Nos referimos a Javier Delgado que mereció la atención de José Antonio cuando publicó su obra Zaragoza Marina y ya, casi al final, cuando se interesaba por los árboles y las planta y fue con él en busca de la plaza Labordeta.

         La foto de portada es un acierto ya que, en ella, José Antonio se retrató junto a uno de los leones del Congreso de los Diputados que, además, son obra de otro ilustre zaragozano, Ponciano Ponzano. Fueron los segundos que realizó ya que los primeros, de yeso pintado para abaratar costes, duraron muy poco. Los de ahora son de bronce, de los cañones tomados al enemigo en la guerra de Marruecos. No nos atrevemos a decir si el león sobre el que apoyaba su mano el autor, es de la derecha o el de la izquierda, cuestión que no es baladí, dada la curiosa diferencia que existe en la parte inferior de los mismos.


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