La
localidad de Los Fayos fue señorío de los duques de Villahermosa que, en ella,
tuvieron un palacio que aún se conserva a la espera de su rehabilitación que se
ha demorado en el tiempo.
Los duques fueron también protectores del monasterio de Veruela y ello puede explicar que algunas obras de arte, procedentes del monasterio, llegaran hasta allí tras la Desamortización.
Visitando
la ermita de San Benito, un singular ejemplo de templo rupestre, sobre el que
volveremos otro día, se puede contemplar la imagen del Santo que procede de
Veruela y se encuentra situada frente a la puerta de acceso.
Cuando
visitamos el lugar hace pocos años, tras la imagen de San Benito se encontraba
la predela de un altar verolense que, tras ser restaurado, ha sido colocado
sobre un soporte iluminado en el muro de los pies, por lo que puede ser
admirado mucho mejor.
Se
ignora a qué altar correspondía pero no cabe duda de que estuvo en la iglesia
de Veruela. En él están representado S. Atilano, vistiendo hábito benedictino,
el cual según la tradición profesó en el monasterio que existía en este lugar
de Los Fayos. Junto a él aparece San Bernardo, el fundador de la orden del
Císter, a la que pertenecía Veruela.
Lo
flanquean los escudos con las armas de los Borja y Aragón que, en nuestra
opinión, corresponden a Dª María Luisa de Borja y Aragón, IV duquesa de
Villahermosa, tras su matrimonio con su primo D. Martín de Gurrea y Aragón.
Conocida como la “Santa Duquesa” fue un ejemplo de virtud que influyó en su
sucesora Dª. María Enríquez de Guzmán, IX duques de Villahermosa.
Ella
fue quien encargó el retablo mayor de la iglesia parroquial de la Magdalena en
el que se encuentra el lienzo que, como señalaba el Prof. D. Juan Carlos Lozano
López en un artículo publicado en Turiaso,
fue realizado por Vicente Berdusán, algo que se intuía pero que pudo
demostrarse al encontrar su firma en el transcurso de la restauración al que
fue sometido.
En
opinión del Prof. Lozano la figura de María Magdalena se asocia a la Santa
Duquesa que fue muy devota de ella y a la que la IX duquesa quiso recordar y
enaltecer.
Rematando
el conjunto de encuentran las armas de los Enríquez de Guzman y las del su
esposo D. Carlos de Aragón de Gurrea, timbradas por la corona ducal.
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