Nuestro recorrido por la antigua baronía de Torrellas, integrada por el municipio que le da nombre; Los Fayos y Santa Cruz de Moncayo, nos llevó en una calurosa mañana de fin de semana a esta última localidad. A la entrada, un agradable parque y, frente a él, el bar Los Tejares, donde repusimos fuerzas amablemente atendidos por su propietario.
Queríamos
visitar la iglesia parroquial de la Exaltación de la Santa Cruz, que no
conocíamos, y por eso elegimos el día (13 de septiembre, domingo anterior a la
fiesta de su titular) y la hora en que se habitualmente se celebra la
Eucaristía. Pero la encontramos cerrada debido, como nos informaron, al
confinamiento del párroco como consecuencia de la epidemia.
En
Internet hemos encontrado esta imagen de su interior que corresponde a una
antigua visita pastoral realizada por el entonces obispo de la diócesis D.
Demetrio Fernández González.
Curiosamente, la localidad tiene un
monumento declarado Bien de Interés Cultural, su castillo, del que no queda mas
que una explanada, aunque en la página de la Asociación de Amigos de los
Castillos se ofrece una imagen de unos grandes sillares que existen al otro
lado del pretil que conforma un mirador desde el que se puede contemplar una
hermosa perspectiva con el Moncayo y Torrellas al fondo, entre otras cosas.
Sobre
la pista deportiva vimos este talud conformado con unos sillares de
considerables dimensiones que, posiblemente, proceden también del castillo. En
uno de ellos ha sido fijada la cerámica que el Gobierno de Aragón envió a todos
los municipios aragoneses al final del primer confinamiento. La carrasca que le
acompañaba no sabemos dónde fue plantada.
Al pie
del castillo nos sorprendió esta escultura que representa a un dragón y, como
nos ocurre en las visitas a los diferentes municipios, echamos en falta una
explicación de su significado y las razones por las que fue colocada allí. En
la parte posterior pudimos ver “2004” año en el que posiblemente fue realizada
y unos nombres que no creemos correspondan a las personas devoradas por el
dragón.
Santa
Cruz tuvo una gran tradición alfarera y llegaron a existir 16 artesanos
dedicados a ello. Hace unos años se recuperó uno de los hornos, convertido en
Taller Escuela y se convocaban anualmente unos encuentros que tuvieron amplio
eco.
En su
fachada aparece la placa de “Museo Taller de Cerámica” y, junto a la Casa
Consistorial situada ahora en el edificio rehabilitado de las antiguas escuelas
se encuentra el Museo de Cerámica y Tradiciones Populares. A pesar de que se
publicita en uno de los carteles de información turística, nadie nos pudo
indicar cuándo se puede visitar.
Al
menos pudimos contemplar el Lavadero Municipal, muy bonito y bien rehabilitado.
Es curioso el interés que muchos ayuntamientos han puesto en la recuperación de
estos espacios, priorizándola sobre otras actuaciones.
Por su
emplazamiento, Santa Cruz es un destino turístico que cuenta con alojamientos
rurales y hasta un Club Hípico de larga tradición. Tendremos que volver.
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