Cuando,
hace unos días, relatamos en una serie de artículos la visita efectuada a Los
Fayos, Torrellas y Santa Cruz de Moncayo, no faltaron algunos lectores que,
como en otras ocasiones, nos “criticaron” por considerar que esas localidades
nada tenían que ver con nuestra ciudad.
Suele
ser frecuente que, para algunos, la historia de una población, no llega más
allá del límite de su término cuando, en realidad, no puede ser contemplada
sino a través de la interrelación con todo su entorno.
Un ejemplo de ello lo constituye el documento que hoy reproducimos. Se trata de una petición conjunta dirigida al rey Felipe V, suscrita por las ciudades de Borja (con su barrio Maleján), Tarazona y Fraga, así como las villas de Tabuenca, Ainzón, Añón, Talamantes y Torrellas, más los lugares de Los Fayos y Santa Cruz.
Ahí
encontramos por lo tanto a las localidades visitadas haciendo causa común en un
asunto de gran importancia para todas ellas. Nos ha llamado la atención el que
no se mencione a Albeta, como barrio de Borja y, para nuestros amigos de
Tabuenca queremos destacar que se la incluye entre las villas, lo que no deja
de ser significativo, dado que recientemente se cuestionaba el que lo fuera ya
que el propio Felipe V al concederle determinados privilegios se dirigía a ella
como “lugar”. Pues bien, en este documento, prácticamente coetáneo, se le
menciona como “villa”.
El
documento que estamos comentando es un impreso de cuatro páginas, redactado en
súplica dirigida al monarca para que se exonere a las localidades citadas del
pago de la contribución que les había sido cargada.
En el
caso de Borja, por un privilegio otorgado el 16 de junio de 1708, en reconocimiento
a su fidelidad a la causa borbónica durante la Guerra de Sucesión, entre otras
cosas se le eximía de todos los tributos, siendo preciso solicitar su
aquiescencia para que le pudieran ser impuestos.
Pero,
la situación de las arcas públicas en los años que siguieron a la contienda
hizo que ese privilegio quedara olvidado, tanto en Borja como en otras
localidades y, a las contribuciones en metálico se unieron los gastos derivados
del alojamiento de tropas del que, teóricamente, también habían sido
exceptuados.
Comoquiera
que los municipios estaban completamente arruinados, se hicieron numerosas
gestiones para solucionar el problema. Borja consiguió algún alivio, con la
minoración de las cargas impuestas y el aplazamiento de la deuda. En Tabuenca
lograron un año que se les permitiera, con carácter excepcional, hacer el pago
en bellotas que era el único producto que tenían.
Pero,
la presión continuó y, por eso, en 1715 dirigieron este memorial, cuyo autor no
conocemos, en el que aludían al hecho evidente de que las poblaciones leales
eran tratadas con más rigor que las desafectas, dado que a lo padecido en la
guerra se unía ahora el rigor de los impuestos a los que no podían hacer
frente.
Es
interesante leer el texto del memorial que hemos reproducido en el que figura,
entre uno de los argumentos, “que si a los pobres manda V. M. que no se les
repartan tributos, entran es esa clase los suplicantes, es decir todos los de
Borja y de las otras localidades.
Finalizaba
con una alusión a San Luis, rey de Francia y antepasado de Felipe V, quien al
morir encomendó a su heredero que mantuviera los privilegios concedidos por sus
mayores porque, aunque le parecieran muy amplios, muchos de ellos “fueron
remuneración de justicia y no pura gracia”.
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