Continuamos
reseñando los volúmenes adquiridos de la obra Dispersión de destrucción del Patrimonio Artístico español de D.
Francisco Fernández Pardo. Ayer nos referíamos a los dos primeros volúmenes de
este excepcional trabajo y hoy comentamos los dos siguientes.
El volumen III está dedicado al período comprendido entre 1868 y 1900 que transcurre desde la revolución de la Gloriosa y el cambio de siglo en el que continuó la ruina de nuestro patrimonio, a pesar de leyes, ordenanzas y circulares.
Por lo
que respecta a Aragón, en el capítulo IV sobre el desmantelamiento del arte
árabe y judío se menciona a Zaragoza con referencias a la destrucción de la
Zuda, la desaparición del barrio judío y los daños ocasionados en la Aljafería.
El
capítulo XIV lleva por título: “Atentados inexplicables contra los monumentos
históricos: la demolición de la Torre Nueva de Zaragoza”. Un comentario sobre el Museo de Huesca se
incluye en el dedicado a la precaria suerte de nuestros museos provinciales.
El
volumen IV abarca el período comprendido entre el inicio del siglo y la Guerra
Civil (1900-1936). Fueron años en los que muchas obras de arte fueron
adquiridas por coleccionistas extranjeros, quedando desde entonces en colecciones
y museos de diferentes países.
Pero
no todas las pérdidas tuvieron ese origen, porque desde dentro siguió la
terrible destrucción. En el caso de Zaragoza se menciona la desaparición de
importantes palacios como el de Torrellas o la Casa Zaporta, así como el
convento de San Fe, entre otros casos.
El
saqueo afectó también a otras ciudades aragonesas. Cita los casos de la portada
de la iglesia románica de San Miguel de Uncastillo; las tablas del evangeliario
de la reina Felciia vendidas por la catedral de Jaca al Museo Metropolitano de
Nueva York; el banco del arzobispo Dalmau de Mur que se exhibe en la sección “Los
Claustros” del citado museo; las tablas de la iglesia de Santa Engracia de
Daroca; los alfarjes de Teruel y Barbastro; o en Vidal Mayor, entre otras
muchas obras.
Finalmente
queremos resaltar el capítulo XXVII que trata sobre el éxodo rural y la
destrucción de las villas y ciudades históricas, entre las que menciona los
casos de Tarazona, Calatayud, Daroca y Monzón, bien es cierto que, al menos en
el caso de Tarazona con algunas inexactitudes.
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