La búsqueda de nuevas obras de García Bacca constituye una aventura apasionante, sobre todo cuando, como en nuestro caso, disponemos ya de tan elevado número de trabajos suyos o relacionados con él.
Por eso, constituye una excelente noticia
la localización por el Dr. Aretxaga (y posterior adquisición por nuestra parte)
de un ejemplar de la revista Entregas de la Licorne, en el que aparece
un artículo de García Bacca, con el título “Plan de filosofar en cristiano,
según San Agustín”, escrito con motivo del decimosexto centenario del Santo Obispo
de Hipona, en el que hace suyos algunos de los pensamientos del gran doctor de
la Iglesia, aplicándolos a su forma personal de entender la Filosofía, para
concluir que no se entra en la Verdad, sino por la Caridad. En definitiva,
filosofar en cristiano es hacerlo por amor, única “fuerza gravitatoria” que
debe regir nuestra vida, por encima incluso de la obediencia que, como señala, es
virtud moral pero, en modo alguno, virtud filosófica.
A partir de este número, el 5-6 publicado
en Montevideo y en el que colaboraron firmas tan destacadas como María Zambrano
o poetas como Jorge Guillén y la propia Susana Soca, hemos podido conocer a una
revista de trayectoria fascinante.
Había sido fundada en París, en 1947,
con el título Cahiers de La Licorne, por Susana Soca (1906-1959) una
poeta uruguaya, nacida en el seno de una distinguida familia y con una exquisita
educación que le permitió hablar en español, francés, inglés, alemán, italiano,
griego y latín. Posteriormente, estudió ruso para poder leer a Boris Pasternak,
un escritor que admiraba y del que recibió el manuscrito de Doctor Zhivago
para guardarlo antes de su publicación.
Había viajado a París en 1938 y allí le sorprendió la II Guerra Mundial. No fue hasta 1948 cuando regresó a Montevideo, donde puso en marcha la segunda etapa de su revista, con el título de Entregas de La Licorne, manteniendo el dibujo que figuraba en la portada (de Valentine Hugo) referido a la constelación del Unicornio. Logró que en ella colaboraran los más prestigiosos intelectuales del momento, tanto de Uruguay como de otros países. Es significativa la presencia de García Bacca en sus páginas, pues en aquellos momentos era profesor en Venezuela.
No sólo estuvo relacionada con
escritores, sino también con otros profesionales destacados del momento, como
el arquitecto español Antoni Bonet a quien encomendó la construcción de una
capilla, en la localidad de Soca, para acoger los restos de su padre el Dr.
Francisco Soca.
No podía imaginarse que terminaría
acogiendo sus restos, tras su inesperado fallecimiento, como consecuencia del
accidente sufrido en Río de Janeiro por el avión en el que regresaba de un viaje
a París. La capilla la terminó su madre, Luisa Blanco, y es una obra notable,
como si fuera un gran farol de cristal, con su interior iluminado por la luz
que tamizan los vitrales multicolores fabricados en Barcelona.
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