Cuando parecía que nos había dado un respiro el joven que viene ocasionando serios daños en los monumentos de Borja y Zaragoza, ha vuelto a actuar. La pasada semana ha pintado sus corazones en lugares tan emblemáticos de nuestra ciudad como el arco de San Francisco y, además, con un tamaño sensiblemente superior al de ocasiones anteriores.
Frente a la iglesia de Santa Clara ha
dejado también el corazón y, junto al mismo, otro dibujo que aparece en numerosos
lugares de Borja, lo que viene a demostrar, como habíamos supuesto, que también
son obra suya. Además, confiado en la impunidad de sus actuaciones, se permite
firmar.
Desde hace tiempo, venimos insistiendo
en la necesidad de poner coto a lo que, de acuerdo, con la doctrina del
Tribunal Supremo, son hechos constitutivos de delito y, en nuestra opinión,
deberían ser perseguibles de oficio. Pero, como estas actuaciones parecen
demostrar, no se ha hecho nada para identificar al presunto delincuente (lo que
no es difícil) y mucho nos tememos que seguiremos así hasta que ya no quede un
espacio para que el muchacho, de rienda suelta a sus inclinaciones delictivas.
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