Aunque las obras de restauración del retablo mayor de la iglesia parroquial de Talamantes que, como informamos en este blog, han corrido a cargo de la eminente restauradora Dª. Ana Martín Sevilla, finalizaron hace tiempo, no habíamos tenido la oportunidad de desplazarnos hasta esa localidad para poder contemplar esa obra ya reinstalada en la cabecera del templo. Ha sido D. Pablo Ibáñez Sierra, Técnico de Comunicación y Turismo de la Comarca, quien nos ha facilitado las bonitas fotografías que hoy publicamos, que fueron tomadas esta misma semana.
El retablo, que tiene como titular a
San Pedro en cátedra es una obra barroca, de estilo churrigueresco que el Dr.
Aguilera Hernández estima que puede ser datado a finales del siglo XVII o
comienzos del XVIII, planteándose la cuestión de si pudo proceder de otro
lugar, dado que para su instalación fue preciso cortar los nervios de la
bóveda. Lo que sí está documentado es que, a mediados del siglo pasado, fue
objeto de una intervención consistente
en el dorado de toda la mazonería y de algunos elementos escultóricos que la
labor de restauración actual no ha permitido retrotraer a su estado primitivo.
Tan sólo ha recuperado la policromía original la imagen de San Nicolás de Bari, situada en el ático. En su pedestal puede leerse “A Debocion de Frey Dn. Juan Jose Brabo, Prior Curado de esta Iglesia” que, por encargo de la Orden de Malta de la que dependía la localidad, estuvo al frente de la parroquia desde finales del siglo XVIII hasta que se extinguió el dominio de la Orden.
A su munificencia se debe también la realización de la imagen
de la Virgen del Niño Perdido de la que nos hemos ocupado en ocasiones
anteriores. Respecto a la de San Nicolás de Bari, el Dr. Aguilera ha sugerido
conexiones estilísticas con otras obras de poblaciones cercanas, como el San
Atilano de Francisco de Messa, de la capilla de la Virgen de los Dolores de la
catedral de Tarazona, o el San Babil de Cristóbal Salesa que se venera en el
Santuario de Misericordia de Borja.
En cuanto a la imagen titular,
considera que se trata de una obra de calidad, contemporánea con la mazonería,
en la que el Príncipe de los Apóstoles, aparece representado como primer Papa,
sentado en su cátedra, revestido con capa pluvial y tocado con la tiara de la
triple corona. En su mano derecha porta las llaves simbólicas que son uno de
sus atributos personales y en la izquierda la Cruz de triple travesaño,
privativa de los Pontífices. Sobre la hornacina que la cobija puede verse la
cabeza de un angelote que ha sido el único elemento del mueble que ha recuperado
su policromía (también había sido dorado).
Los trabajos llevados a cabo por Ana
Martín, dentro del Plan bianual de restauración de bienes muebles, promovido
por la Diputación Provincial, en colaboración con el obispado y el
ayuntamiento, han permitido consolidar un retablo que estaba bastante afectado
en su mazonería y devolverle buena parte de su antiguo aspecto, lo que ha
requerido un considerable esfuerzo, que merece ser elogiado.
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