domingo, 16 de abril de 2023

La capilla de la Virgen de los Dolores

 

         La crujía o panda norte del claustro de la colegiata de Santa María fue la primera en ser construida y, antes de que hubiera finalizado la edificación de las otras tres que cierran el cuadrilátero, ya se habían construido en ella las capillas que ocultaban los vanos, similares a los que se han conservado en las restantes, que sin duda tuvo. Por eso, la recuperación de esos vanos dobles y apuntados solo podrá llevarse a cabo en todas las pandas, salvo en ésta que, sin embargo, ofrece esa peculiar visión intimista que muestra esta imagen y que, en cierto modo, recuerda a la nave de un templo. De hecho, llegó a ser utilizado como tal, cuando la gran nave central quedó arruinada, antes de que fuera reconstruida.


         En el centro de esa crujía, frente a la puerta de acceso al interior del templo se encuentra la capilla de la Virgen de los Dolores, una de las más importantes de la colegiata que ya estaba documentada en 1532, bajo la advocación de la Virgen de las Angustias.

         De ella nos hemos ocupado recientemente y, por otra parte, el Dr. D. Alberto Aguilera Hernández está elaborando un detallado estudio que aparecerá en un próximo número de Cuadernos de Estudios Borjanos. Por ello, nos limitamos a reiterar algunos datos ya comentados en este blog.

El Dr. Aguilera documentó la venta efectuada por el cabildo, en 1587, de esa capilla al mercader Jerónimo Gil de Tierga, personaje del que no tenemos, por el momento más noticias.

 


El 6 de diciembre de 1650, el canónigo D. José Alcañiz vendió la capilla al mercader D. José Lázaro. Fueron los Lázaro quienes acometieron reformas importantes y sus armas aparecen sobre la puerta de acceso, cuya decoración parece coetánea a la del resto de la capilla. También es muy probable que fueran también ellos los comitentes de su retablo, de estilo romanista, con un gran lienzo central, enmarcado por triples columnas estriadas que recuerdan a las del retablo mayor de la iglesia de Agón, rematado por un interesante Calvario de bulto y un bajorrelieve en la predela, representando la Última Cena.

 

         El que los Lázaro se hicieran con la propiedad de la capilla en 1650, excluye su relación con la lápida existente en el centro de la misma, datada en 1620, con la enigmática inscripción que en ella aparece: “DOM. Quos vivos una domus simul coniungere nequit, extinctos potuit claudere mors tumulo” (Alos que vivos no fue posible unir en una misma casa, la muerte pudo encerrarlos en la tumba), la cual ha dado lugar a muchas especulaciones. Queremos llamar la atención sobre la propia lauda que está recortada para facilitar el acceso al carnerario. Tras revisar las imágenes, da la impresión de que esta abertura es posterior y es posible que en el lugar que ocupa estuvieran las armas que aclararían el “misterio”.

 


De la Sota


Navascués

Pero, los sucesores de los Lázaro no heredaron la capilla que pasó a propiedad de los Navascués, una saga oriunda de Cintruénigo, a través de una serie de enlaces matrimoniales: Mañas, Bauluz, Fernández de Heredia y, finalmente, D. Nicasio de Navascués y Aysa que, ya en el siglo XIX, acometió nuevas obras de remodelación, colocando los lienzos con las armas de los Navascués y las de los Sota (por su esposa Dª. Cayetana de la Sota y Fernández de Navarrete.

Al fallecer, en 1885, sus restos fueron sepultados en la capilla. Creíamos que había sido el último enterramiento en el interior de la colegiata, pero el Dr. Aguilera nos ha asegurado que hubo otros posteriores.

Quedamos a la espera de la investigación a la que hemos hecho referencia, la cual puede tener una influencia decisiva en la recuperación de este bello espacio de Santa María, pudiendo servir de ejemplo para otras actuaciones similares.


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