Ante las reacciones que provoca cualquier comentario nuestro, del que pueda desprenderse una crítica, por pequeña que ella sea, nos vamos a limitar a dejar constancia de unos hechos ocurridos en la noche del pasado sábado al domingo.
Todos los contenedores del espacio
existente en la calle de San Bartolomé (hemos dicho que no vamos a utilizar
calificativos) ardieron, ennegreciendo la fachada del edificio contiguo,
mientras el plástico derretido corría por la calle hasta los imbornales,
solidificándose en el camino.
Pero no fue la única actuación de la noche.
También ardieron contenedores junto a la Casa de las Conchas. Vimos calcinado
uno de ellos, pero nos dijeron que habían sido dos y que las llamas afectaron a
un vehículo aparcado al lado.
Estos son los hechos. Algo ha cambiado
para que ocurran cosas a las que no estábamos acostumbrados.
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