Iba precedida por un gran pendón blanco
y por los danzantes, junto con los restantes personajes que iban a intervenir
en la posterior representación, presidiendo la comitiva el Párroco D. Ignacio
Tomás Canovas, acompañado por el Sr. Alcalde de la localidad D. Javier Martínez
Durán, cerrando el cortejo los gaiteros.
De esta forma marcharon a las afueras
del casco urbano para recibir a la comitiva que llegaba procedente de la
antigua localidad de Samangos.
Iba al frente de ella un gran pendón
granate y traían a hombros a la Virgen de la Merced, Patrona de Grisel, que
había sido llevada con anterioridad a la ermita, donde se había celebrado la
Eucaristía.
Al llegar, se saludaron ambos pendones
e intercambiaron su posición respecto a las peanas y todos juntos emprendieron
el camino de regreso a la plaza de la Iglesia.
El buen tiempo alegraba la marcha de la
comitiva, entre la música de los gaiteros y los aplausos que dispensaban a las
imágenes de la Virgen, todas las personas con las que nos cruzamos, lo que nos
sorprendió gratamente.
Una vez en la plaza, las peanas con ambas imágenes fueron
colocadas a ambos de la puerta de acceso al templo. A la izquierda, la de la
Virgen de la Merced que, en su pecho y en la peana llevaba el emblema de la
Orden que la tiene por titular y que, como todos saben, fue creada para la
redención de cautivos. A la derecha fue situada la imagen de la Virgen de la
Huerta que recuerda a la primitiva representación de la titular de la catedral
de Tarazona, que aparece entregando una granada al Niño (aunque aquí parece una
pera por su forma), mientras éste sostiene el orbe en su mano derecha.
Los pendones, situados en los extremos
de la plaza, volvieron a intercambiar saludos, antes de que sus portadores
estrecharan sus manos y se fundieran en un abrazo.
Seguidamente, dio comienzo la
representación del dance que dejó de hacerse en 1958, pero fue recuperado en
2006, gracias al entusiasmo de la Asociación Cultural “La Diezma”. En su
primera parte, responde al esquema de las habituales pastoradas, con el saludo
del mayoral y la intervención del rabadán que, asimismo, nos ofreció una
magistral despedida, con alusión a diversas cuestiones de actualidad den la
localidad. No se interpretaron los dichos, por parte de los danzantes, ni la despedida
del mayoral, lo cual lejos de ser negativo, contribuyó a aligerar la representación.
Lo que sí pudimos presenciar fue la lucha entre el bien y el mal, personificados en el diablo, que acude a interrumpir la fiesta, y el ángel que termina derrotándolo y expulsándolo de lugar.
Excelente interpretación la de ambos
personajes con el peculiar atuendo del diablo y una jovencísima “ángel” que lo
hizo muy bien.
Bailaron después los danzantes,
ataviados con camisa blanca y sayetas de color, con calzón negro y medias
blancas, llevando anudados a ellas unos discos con cascabeles y cruzando su
pecho con bandas rojas.
Si algo llama poderosamente la atención
es la disparidad de edades de los intervinientes pues, junto con los veteranos,
había jóvenes y hasta desfilaron con sus trajes los que, en el futuro,
reemplazarán a los anteriores.
Desde la plaza se dirigieron a la Casa Consistorial,
frente a la cual interpretaron en dance de cintas con suma habilidad, teniendo
como fondo el mural a ellos dedicado.
Allí el Ayuntamiento repartió entre
todos los presentes unas generosas raciones de culecas, junto con vasos de
moscatel. Pudimos fotografiar esas culecas, antes de que fueran troceadas y,
como puede verse, su forma es muy diferente. Es una pequeña torta, con un huevo
visible y un orificio (para asirla), recordando a una provisión de camino que,
quizás, guarda relación con la tradición a la que hemos aludido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario