jueves, 21 de diciembre de 2023

Interesante información sobre las fuentes de Borja

 

         El 15 de noviembre de 1887, La Ilustración Española y Americana dio la noticia de la inauguración en Borja de la fuente instalada en la actual plaza de España, que había tenido lugar el 31 de julio de ese año. Incluía este fotograbado que conservamos en nuestro archivo.


         Como se hacía constar en la revista, la ilustración había sido realizada a partir de una fotografía realizada por el Sr. Castillo el día de la inauguración, que también conservamos y que, en alguna ocasión anterior, ya habíamos dado a conocer.

 

         Ahora, D. Carlos Urzainqui nos ha remitido la crónica que, con la firma de Eusebio Martínez de Velasco, apareció en el citado medio de comunicación y que, por un interés queremos comentar.  

         Eusebio Martínez de Velasco (1836-1893) fue un conocido escritor, nacido en Burgos, que escribió un buen número de obras de tema histórico. También ejerció como periodista en diferentes medios de comunicación como La Ilustración Española y Americana, La Moda Elegante o Blanco y Negro, entre otros.

 

         En su crónica hacía referencia a la inauguración de las dos fuentes, la de la actual plaza de España y la de Santo Domingo, que habían venido a paliar, en parte, el grave problema sanitario existente en nuestra ciudad, dado que hasta entonces las fuentes públicas se alimentaban con el agua de la acequia de Sopez, que por discurrir al descubierto, estaban contaminadas y ocasionaban frecuentes brotes de enfermedades gastrointestinales que siguieron ocasionando víctimas hasta que se creó la nueva red de abastecimiento a finales del siglo XX.

         A lo largo del XIX fueron varios los intentos que hubo para solucionar este problema y, en 1880, el Ayuntamiento quiso recurrir a las aguas de la fuente de la Teja y conducirlas hasta el casco urbano, a través de una tubería de hierro, pero el proyecto fracasó al no concurrido nadie a la subasta convocada al efecto.

 

         Fue entonces cuando uno de los concejales, el abogado D. Lorenzo Nogués y Milagro, hermano del general Nogués y Alcalde de Borja, durante cuatro meses de 1884, decidió acometer la obra de traer el agua desde el manantial de Rivas.

 



         El proyecto fue encomendado al arquitecto provincial D. Eusebio Lidón Barra y, en un plazo sumamente corto (seis meses), estuvieron terminadas, incluyendo la caseta realizada en el lugar de la captación y la cañería que, desde allí, llevaba el agua a las fuentes. El coste de la obra fue de 40.000 pesetas y dio empleo, durante todos esos meses, a 150 trabajadores.

 

         Aunque durante la ejecución de la obra era alcalde el médico D. Tomás Sánchez Saldaña, el día de la inauguración desempeñaba este cargo D. Vicente Aguilera Pellicer, que había tomado posesión el 1 de julio de ese mismo año. También estuvieron presentes las autoridades judiciales y el clero de la ciudad, junto con un numeroso gentío.

         De la fuente decía la crónica que contaba con una “gran taza de piedra berroqueña, bien labrada”. Aunque no lo señalaba, había sido fundida en los talleres zaragozanos de Averly y el “elegante brollador de hierro” estaba adornado con “plantas acuáticas”, una de las cuales, sobre la taza superior, “tiene un surtidor que eleva el agua a más de tres metros”. Bajo el plato, “cuatro carátulas dan otros tantos caños, que arrojan el agua con la curvatura suficiente para que llegue cerca de borde de la taza inferior”. Además, “cuatro figuras de niños o pequeñas deidades marinas llevan en sus manos caracoles, de los que sales otros cuatro caños encontrados”.

         El articulista llegaba a afirmar que “probablemente no habrá otra fuente en Aragón que le exceda en elegancia”.

 


         Durante mucho tiempo, la fuente del Campo del Toro fue, junto a la de Santo Domingo, el punto de suministro de agua más seguro. Hoy la de Santo Domingo ya no existe; parte de ella se instaló en la plaza de Santa María, cumpliendo funciones de jardinera, mientras que la de la plaza de España, que sigue siendo un monumento importante, apenas ve correr el agua por alguno de sus caños y, desde luego, hace ya tiempo que no lanza su surtidor a los aires.

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