El 15 de noviembre de 1887, La Ilustración Española y Americana dio la noticia de la inauguración en Borja de la fuente instalada en la actual plaza de España, que había tenido lugar el 31 de julio de ese año. Incluía este fotograbado que conservamos en nuestro archivo.
Como se hacía constar en la revista, la
ilustración había sido realizada a partir de una fotografía realizada por el Sr.
Castillo el día de la inauguración, que también conservamos y que, en alguna
ocasión anterior, ya habíamos dado a conocer.
Ahora, D. Carlos Urzainqui nos ha
remitido la crónica que, con la firma de Eusebio Martínez de Velasco, apareció
en el citado medio de comunicación y que, por un interés queremos comentar.
Eusebio Martínez de Velasco (1836-1893)
fue un conocido escritor, nacido en Burgos, que escribió un buen número de
obras de tema histórico. También ejerció como periodista en diferentes medios
de comunicación como La Ilustración Española y Americana, La Moda Elegante
o Blanco y Negro, entre otros.
En su crónica hacía referencia a la
inauguración de las dos fuentes, la de la actual plaza de España y la de Santo
Domingo, que habían venido a paliar, en parte, el grave problema sanitario
existente en nuestra ciudad, dado que hasta entonces las fuentes públicas se
alimentaban con el agua de la acequia de Sopez, que por discurrir al
descubierto, estaban contaminadas y ocasionaban frecuentes brotes de
enfermedades gastrointestinales que siguieron ocasionando víctimas hasta que se
creó la nueva red de abastecimiento a finales del siglo XX.
A lo largo del XIX fueron varios los
intentos que hubo para solucionar este problema y, en 1880, el Ayuntamiento
quiso recurrir a las aguas de la fuente de la Teja y conducirlas hasta el casco
urbano, a través de una tubería de hierro, pero el proyecto fracasó al no concurrido
nadie a la subasta convocada al efecto.
Fue entonces cuando uno de los
concejales, el abogado D. Lorenzo Nogués y Milagro, hermano del general Nogués
y Alcalde de Borja, durante cuatro meses de 1884, decidió acometer la obra de
traer el agua desde el manantial de Rivas.
El proyecto fue encomendado al arquitecto
provincial D. Eusebio Lidón Barra y, en un plazo sumamente corto (seis meses),
estuvieron terminadas, incluyendo la caseta realizada en el lugar de la
captación y la cañería que, desde allí, llevaba el agua a las fuentes. El coste
de la obra fue de 40.000 pesetas y dio empleo, durante todos esos meses, a 150
trabajadores.
Aunque durante la ejecución de la obra
era alcalde el médico D. Tomás Sánchez Saldaña, el día de la inauguración
desempeñaba este cargo D. Vicente Aguilera Pellicer, que había tomado posesión
el 1 de julio de ese mismo año. También estuvieron presentes las autoridades
judiciales y el clero de la ciudad, junto con un numeroso gentío.
De la fuente decía la crónica que
contaba con una “gran taza de piedra berroqueña, bien labrada”. Aunque no lo señalaba,
había sido fundida en los talleres zaragozanos de Averly y el “elegante brollador
de hierro” estaba adornado con “plantas acuáticas”, una de las cuales, sobre la
taza superior, “tiene un surtidor que eleva el agua a más de tres metros”. Bajo
el plato, “cuatro carátulas dan otros tantos caños, que arrojan el agua con la
curvatura suficiente para que llegue cerca de borde de la taza inferior”.
Además, “cuatro figuras de niños o pequeñas deidades marinas llevan en sus
manos caracoles, de los que sales otros cuatro caños encontrados”.
El articulista llegaba a afirmar que “probablemente
no habrá otra fuente en Aragón que le exceda en elegancia”.
Durante mucho tiempo, la fuente del Campo del Toro fue, junto a la de Santo Domingo, el punto de suministro de agua más seguro. Hoy la de Santo Domingo ya no existe; parte de ella se instaló en la plaza de Santa María, cumpliendo funciones de jardinera, mientras que la de la plaza de España, que sigue siendo un monumento importante, apenas ve correr el agua por alguno de sus caños y, desde luego, hace ya tiempo que no lanza su surtidor a los aires.
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