El martes, por la tarde, un pequeño ratoncito se aventuró a circular por la plaza de Aguilar, protagonizando un curioso juego que tuvo el lógico y triste final.
Había en esos momentos en la plaza dos
conocidos gatos. El blanco y negro es un simpático animal, que nos acompaña en
la Casa de Aguilar muchos días. Suele cazar por los tejados, levantando tejas en
busca de nidos, cuando es la época de cría. Pero, ayer, al ver al pequeño ratón
comenzó a jugar, persiguiéndolo de uno a otro lado, sin llegar a hacerle daño.
Pero, el otro gato, que reside en la casa
contigua a nuestra sede, en la que entra y sale a través de una trampilla que
se activa con chip, no fue tan condescendiente y, en cuanto se percató de la
presencia del ratón, se lanzó contra él, sin darle posibilidad de huir.
“Bombón”, que así se llama el otro
gato, quedó muy sorprendido al quedarse sin su “juguete”, pero nada hizo por
disputarle la presa que llevaba en la boca y con la que marchó a su casa, donde
debió dar buena cuenta de ella. Ni que decir tiene que, para no herir la
sensibilidad de algunos de nuestros lectores, hemos omitido las imágenes más “duras”.
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