Esta noche, toda la Cristiandad conmemora un acontecimiento que cambió la historia del mundo: el Nacimiento de Cristo en un humilde portal de Belén y, ese lugar, venerado desde el inicio de nuestra era, está señalado por una estrella de plata que donaron los Reyes Católicos.
En torno al círculo central, lleva
grabada la inscripción “Hic Virgine Maria Jesus Christus natus est” (Aquí de la
Virgen María nació Jesucristo). La estrella tiene 14 puntas que, supuestamente,
aluden a las 14 generaciones mencionadas por San Mateo en el primer capítulo de
su Evangelio al relacionar la genealogía de Cristo.
La cueva se conserva en el interior de
la basílica de la Natividad, una de las más antiguas iglesias cristianas del
mundo, dado que allí mandó construir Santa Elena, la madre del emperador Constantino,
un primer templo, tras una visión en la que le fue mostrado el lugar exacto que
en el que había nacido el Niño Jesús.
Aquella iglesia quedó completamente
destruida, durante una sublevación de los samaritanos, en el año 529. En su
lugar, el emperador Justiniano mandó construir la basílica que ha llegado hasta
nuestros días, de mayores dimensiones, tras las reformas introducidas durante la
existencia del reino cruzado de Jerusalén.
En ella, junto a las grandes columnas
que jalonan su nave, destaca el iconostasio que cierra el espacio equivalente a
nuestros presbiterios, dado que es un templo de culto ortodoxo.
La basílica se salvó, casi milagrosamente,
de destrucciones posteriores y para garantizar la seguridad de su interior e
impedir que se pudiera entrar a caballo, fue tapiada su puerta principal,
reduciendo sus dimensiones a un pequeño vano, cuya altura no supera el metro y medio,
por lo que hay que acceder inclinado.
Bajo la nave, muy cerca del iconostasio,
se encuentra la gruta en la que nació Jesús. A ella se accede por unas angostas
escaleras, hasta llegar a un espacio compartido por católicos, ortodoxos y
armenios.
Aunque el lugar del Nacimiento está
bajo un altar ortodoxo, ese espacio es considerado “neutral”. Enfrente, los
católicos disponen de un pequeño espacio que identifican con el pesebre en el
que la Virgen María acostaba al Niño Jesús.
Hasta allí acuden peregrinos de todo el
mundo. El Papa Pablo VI celebró el 6 de enero de 1964 la Santa Misa en la
basílica, en el transcurso de su histórico viaje a Tierra Santa, en compañía
del patriarca Atenágoras. El 22 de marzo de 2000, rezó allí el Papa Juan Pablo
II y el 13 de mayo de 2009 estuvo en Belén Benedicto XVI.
Queremos recordar que Belén se
encuentra ubicado en el territorio de Cisjordania que perteneció al reino de
Jordania, hasta su ocupación por Israel. Aunque no ha sido formalmente
anexionada, es considerado «territorio ocupado» por el Derecho Internacional y
las Naciones Unidas. Allí tiene su sede la Autoridad Nacional Palestina, aunque
amplias zonas del territorio están sometidas a control militar israelí.
Lamentablemente, la ciudad de Belén que
cuenta con unos 32.000 habitantes en la actualidad, dista mucho de ser en nuestros
días, el símbolo de paz que debería ser.
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