Aprovechando nuestra estancia en Madrid, fuimos al Museo del Prado para visitar la exposición “El espejo perdido”, en la que se muestran dos tablas procedentes del Museo de la Colegiata de Borja que, posteriormente, viajarán al Museu Nacional d’Art de Catalunya en el que esta muestra temporal permanecerá hasta el 26 de mayo de 2024.
Una de nuestras tablas es la que
representa al Niño Jesús entre los doctores, debatiendo en el templo, donde lo
encuentran San José y la Virgen, tras varios días de búsqueda. La elección de
esta tabla para una exposición que pretende mostrar la visión del judío en la
España medieval, responde al hecho de que, en ella, los “doctores de la Ley”
escuchan al Niño Dios sin mostrar en sus rostros una expresión de rechazo a sus
enseñanzas, algo muy diferente a lo que solía ser habitual.
La otra tabla elegida fue la que
representa la expulsión de San Joaquín y Santa Ana del templo, a consecuencia
de su infertilidad. Obra muy interesante por su rica iconografía, con un
detalle que se destaca en la exposición: el hecho de que San Joaquín lleve el
nimbo octogonal propio de los patriarcas bíblicos, mientras que el de Santa Ana
es circular, que es el que se utiliza para los Santos posteriores al Nacimiento
de Cristo. Según la explicación que se ofrece en el catálogo, ello responde al
hecho de haber sido “receptáculo inmaculado de María, madre de Jesús”.
En el programa iconográfico seguido por
los hermanos Zahortiga para el retablo mayor de la colegiata de Borja, tras la
expulsión del templo, San Joaquín recibe el anuncio del ángel de que su esposa
va a ser madre, a pesar de su edad, mientras cuida de sus rebaños en el campo.
Pero, en la exposición, pudimos ver
esta interesante tabla de Domingo Ram, conservada en la sección “The Cloisters”
del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, en el que San Zacarías es representado
como Sumo Sacerdote (no lo era) recibiendo el anuncio del ángel en el Sancta
Sanctorum del templo, al que sólo podía acceder el Sumo Sacerdote una vez al
año, en la fiesta del Yom Kipur, para realizar los rituales de expiación.
Al parecer, un error en los mismos
podía provocarle la muerte. Ante la posibilidad de ocurriese el fatal desenlace
y para recuperar el cadáver, dado que nadie podía entrar en ese lugar sagrado,
se le ataba una cadena de oro al tobillo, para poder arrastrarlo al exterior. Este
detalle muy poco conocido es el que sorprendentemente representó un pintor que
era cristiano (aunque pudiera ocurrir que fuera converso).
Nuestra visita a la exposición tenía,
además, un objetivo primordial, el de adquirir el catálogo de la misma, por
considerar que debía estar en nuestra biblioteca al alcance de los investigadores.
Sin embargo, nos ha sorprendido ya que su estructura se aleja de lo que suele
ser habitual en este tipo de publicaciones, al no incluir fichas catalográficas
minuciosas de las obras expuestas, sino trabajos de carácter general a cargo de
destacados especialistas y comentarios sobre los temas abordados en la
exposición, ilustrados con las obras que pueden verse en ellas.
También adquirió nuestro Presidente, la
postal y el imán con la reproducción de la tabla de la expulsión del templo. De
la de Jesús entre los doctores no se han hecho reproducciones.
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