Hoy se cumplen 151 años de la ejecución de Eugenio Belío Escolano “Carica”. Fue el 4 de marzo de 1874 en la cuesta del Sepulcro. Ha pasado a la historia por ser el último ajusticiado en nuestra ciudad, por sentencia judicial.
Había nacido en Borja el 17 de noviembre de 1838 y, por una disputa familiar, había dado muerte en el camino del Santuario a una cuñada suya y herido gravemente a su marido. Juzgado aquí, fue condenado a muerte, entrando en capilla el 3 de marzo de 1874, asistido por varios sacerdotes y por miembros de las cofradías de las Almas y de San Antón, esta última heredera de la de la Sangre de Cristo, cuya misión era precisamente la de atender a los condenados y enterrar a los fallecidos por muerte violenta.
La ejecución se llevó a
cabo por el procedimiento de garrote vil, sobre un estrado dispuesto al efecto.
La foto corresponde a un ajusticiamiento múltiple, efectuado en Vilanova i la
Geltrù en la misma época. Acudieron gentes de todo el Partido Judicial, hasta
reunirse más de 8.000 personas en torno al cadalso. Fue un espectáculo
impresionante, con el reo llevado en el carro de Mariano Sánchez “Pelutes” con
el regente de Santa María D. Nicasio Marzol, el beneficiado D. Tomás Amesti y
el P. Juan Gorbeo, que le asistían espiritualmente.
Abría el cortejo la imagen del Cristo
Crucificado que participa en la procesión del Jueves Santo y lo acompañaban
todos los sacerdotes de la ciudad. Desde la cárcel, la comitiva se dirigió por
la calle de Santo Domingo (ahora Costa) a la calle Mayor, subiendo hacia las
Canales y, por la calle de San Francisco, hasta la Cubilla. Desde allí llegaron
a una era, propiedad de Bibiana Aguerri, viuda de Mariano Tejero, donde se
había dispuesto el garrote, dado que estaba ubicada junto al lugar en el que
perpetró su crimen.
El condenado se mostró sumamente
arrepentido en todo momento y antes de morir se dirigió al público para, con
voz clara y alta, pedir perdón a todos los congregados. El cadáver permaneció
en el patíbulo hasta las cinco de la tarde, siendo trasladado entonces por los
miembros de la cofradía de las Almas hasta el cementerio. Entre los asistentes
se recogió la importante suma de 75 duros, que fueron entregados al regente de
Santa María, para que ofreciera sufragios por su alma. Hace años, llegamos a
conocer a un anciano de Calcena que nos relató que, siendo muy niño, vino hasta
Borja andando con algunos miembros de su familia para presenciar la ejecución. Conviene
recordar que hubo un tiempo en el que se aconsejaba que los niños presenciaran
las ejecuciones públicas para que les sirvieran de enseñanza las consecuencias
a las que puede conducir el discurrir por un mal camino
No hay comentarios:
Publicar un comentario