A
la derecha del camino de la Arcadas que conduce hasta el río Huecha, se
encuentra esta pequeña fuente por la que, en la actualidad, apenas mana agua
pero que, en el pasado, solía ser un destino habitual de paseo, aprovechando
los frondosos árboles que jalonaban el recorrido.
Aunque
no guarda relación con el sistema de riegos regulado por las Ordenanzas de la
Comunidad de Regantes, la incluimos en esta serie porque sus aguas se recogían
en una de las albercas que se utilizaban para remojar el cáñamo. Una de esas
albercas se ha conservado en una finca contigua, aunque transformada.
Probablemente, es la última existente en nuestro término.
El
cáñamo era uno de los cultivos
tradicionales del regadío de nuestra zona en la que, durante más de mil años,
se siguió un sistema de rotación por el que en un campo se sembraba cáñamo el
primer año, lino el siguiente, trigo el tercero y cebada u otra variedad el
cuarto. A continuación se reiniciaba el ciclo, tras un abonado intenso. El
cáñamo y el lino preparaban la tierra para el trigo evitando, además, la
proliferación de la ballueca. El lino despareció hacia 1880 por la competencia
de los tejidos catalanes y el ciclo pasó a ser trienal con peores resultados,
pues el lino era el que más favorecía al trigo y, por otra parte, se precisaba
echar estiércol cada tres años. Poco a poco, dejó se sembrarse cáñamo y el
golpe definitivo se lo asestó el cultivo de la remolacha.
Se
obtiene de una variedad de la planta Cannabis
sativa, con menor porcentaje de tetrahidrocannabinol (THC) que las
destinadas al uso psicotrópico. La siembra se efectuaba a finales de marzo. De
crecimiento rápido, tras ser segado, se dejaba un par de días extendido en el
campo, antes de reunirlo en gavillas que se sacudían para que dejar caer las
hojas.
A
continuación se llevaban a las balsas donde se hundían en el agua, colocando
piedras encima, con el objeto de que se pudriera la corteza. Tras ser secado al
sol, volvía a ser atado en gavillas.
El
siguiente proceso era el de “gramar” o “agramar”, lo que se realizaba con la
“grama”, un instrumento de madera acanalada con una maza interior dotada con
una hoja de hierro con la que se golpeaba el cáñamo para separar las impurezas.
El Centro de Estudios Borjanos conserva una de estas gramas, aunque las que
aparecen en la fotografía son de la provincia de Teruel.
A
continuación se peinaba con un instrumento de estas características consistente
en una tabla con varias púas en un extremo del que también conservamos un
ejemplar. De esta forma se separaban las hebras más pequeñas que quedaban
prendidas en el rastrillo.
Tanto
las finas como las otras eran utilizadas para fines diferentes, elaborándose
diversos productos que facilitaban el desarrollo de pequeños talleres
artesanales que tuvieron aquí una gran implantación.
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