La
cofradía de San Bartolomé es una de las más antiguas de nuestra ciudad.
Inicialmente estuvo formada por labradores modestos para convertirse, más
tarde, en el símbolo de la comunidad agrupada en torno a la parroquia cuyo
titular era el mismo apóstol.
Desde
el siglo XIX, la cofradía dispone de un grupo de danzantes que interpretan el
dance y el “paloteado” el día de la fiesta del Santo. El entusiasmo de los
miembros de la cofradía, capitaneados por Serafín Lacleta, hizo posible, hace
ya bastantes años, que las celebraciones del 24 de agosto y la romería del 25,
fueran complementadas con una amplia oferta de festejos, hasta convertirse
en las “fiestas de agosto” de toda la
ciudad. De hecho, ahora son organizadas por el M. I. Ayuntamiento.
Por
diferentes razones, en los últimos años la cofradía parecía languidecer y aquí
comentamos el hecho insólito de que, durante la pasada Semana Santa, no llegó a
participar en el Entierro de Cristo, por lo que el “velo del templo” que está a
su cargo, quedó arrumbado en los claustros de Santa María, por vez primera en
la dilatada historia de esta procesión.
El
pasado viernes, la cofradía celebró Junta General en la que salió elegido como
Presidente Enrique Lacleta, un hombre que, por tradición familiar y compromiso
personal reúne méritos suficientes para iniciar una nueva etapa. En la
fotografía que reproducimos aparece vistiendo el traje auténtico de danzante,
cuando cofradía y dance constituían una unidad.
En
la reunión se planteó, como en otras ocasiones, el significado y la función de
las cofradías. En este sentido, conviene recordar que la mayor parte de las
cofradías borjanas surgieron hace 500 años como entidades gremiales, bajo la
advocación de un santo protector. En la actualidad son asociaciones de fieles
que la Iglesia reconoce con arreglo a las normas establecidas en el Código de
Derecho Canónico. Honrar a su patrono, celebrando la fiesta anual es uno de sus
fines primordiales. Sin embargo, no debe olvidarse sus objetivos iniciales de
agrupaciones de ayuda mutua, en la que todos los cofrades atendían las
necesidades de los más necesitados, tanto desde el punto de vista material como
espiritual. Hay que recordar todos estaban obligados a asistir al entierro de
un cofrade, portando el pendón negro de la cofradía y “alumbrando” con velas
que la persona encargada de este cometido llevaba en una cesta. Por otra parte,
todas las cofradías celebraban, al día siguiente de la fiesta, una misa en sufragio
de los fallecidos durante el año precedente.
Además,
todas las cofradías tienen un puesto asignado en las procesiones del Corpus
Christi y de la Virgen de la Peana. A la primera debían asistir con sus
pendones alumbrados por los mayordomos. A la segunda lo hacen con pendones o
estandartes. En el Entierro de Cristo también participaban, y lo siguen
haciendo, haciéndose cargo de algún paso o símbolo. En concreto, la cofradía de
San Bartolomé lleva la bandera negra que encabeza la comitiva que, en su
origen, era la de la ciudad y que ha sido desvirtuada al añadirle los
distintivos de la cofradía. También se hace cargo, como hemos señalado, del
“velo del templo” que se rasgará en el momento del sellado del arca, en la
plaza de España.
Deseamos
al nuevo Presidente, uno de los principales colaboradores de este Centro, todo
tipo de éxitos en el desempeño de su cargo, en bien de la cofradía y de la
propia ciudad.
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