Carcarsona
(Carcassonne) es una bellísima ciudad francesa de la región del
Languedoc-Rosellón, vinculada a la Corona de Aragón durante un corto período,
cuya ciudadela fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1997. Entre esa
ciudad y la nuestra hay una relación que queremos recordar y que guarda
relación con la conocida “historia” de la vaca que aparece en el escudo de
Borja.
Recientemente,
el Dr. Pallarés Jiménez nos trajo desde allí esta postal en la que puede verse
a un cerdo que es arrojado desde los muros de Carcasona y el nombre de “Dame
Carcas” al pie de la imagen.
Según
la leyenda, “Dame Carcas” era la esposa del rey Ballak, soberano de la ciudad,
durante la ocupación musulmana. Sitiada por las tropas de Calomagno, sufrió un
terrible asedio en el transcurso del cual falleció el monarca, haciéndose cargo
de la defensa la reina Carcas. Cuando la situación era insostenible, mandó
reunir todos los alimentos que quedaban, comprobando que lo único que había era
un cerdo y algo de trigo. Ideó entonces una estratagema consistente en dar el
trigo al animal, arrojándolo después desde lo alto de la muralla, de manera que
los sitiadores, al encontrarlo bien alimentado decidieron levantar el sitio al
considerar que a los defensores les quedaban suficientes reservas como para
alimentar con ese cereal a los animales.
La
leyenda continua con el relato de que, tras alejarse del lugar las tropas de Carlomagno,
Carcas mandó tocar todas las campanas de la ciudad, de manera que, al escucharlas
los miembros del séquito del emperador, dijeron: “Carcas sonne (Carcas suena)”,
lo que dio origen al nombre de la ciudad. No termina ahí el relato, pues tras
jurar fidelidad a Carlomagno, Carcas contrajo matrimonio con Roger, uno de los
paladines del emperador, de cuya unión supuestamente descendería la familia
Trencavel, señores de la ciudad y protectores de juglares y artistas que, en
opinión de algunos autores crearon la leyenda para realzar el prestigio de sus
señores.
Al margen
de las numerosas incongruencias del relato, como el hecho de aparecer un cerdo
entre los habitantes musulmanes o que sonaran campanas, instrumento propia de
las iglesias cristianas, la leyenda hizo fortuna y “Dame Carcas” es uno de los
símbolos de la ciudad, contando con un monumento a las puertas de la ciudadela.
También
tiene una calle dedicada a su memoria y se han acuñado monedas oficiales con su
nombre (curiosamente como Dame Carca, cuando lo habitual es denominarla
Carcas).
Hay
diversas publicaciones que abordan la historia y su figura ha inspirado a numerosos
artistas, especialmente en el género del comic, unas veces con apariencia
musulmana y en otras, como hemos visto anteriormente, como una dama medieval o
princesa de cuentos infantiles.
La “Dame
Carcas” cobra forma de muñeca o da nombre a un acreditado restaurante de la
ciudad en donde el servicio de mesa lleva su imagen con el cerdo entre sus
manos.
La
leyenda, en forma de cuento tradicional francés, es muy conocida también en la
península ibérica, aunque en este caso el cerdo es sustituido por una vaca también
cebada con trigo, mientras que la joven reina Carcas se convierte en “La astuta
vieja de Carcasona”. De ahí que, en nuestra opinión, la historieta que relata
Rafael García para justificar la inclusión de ese animal en el escudo de Borja
guarde relación con Carcasona, tras ser transmutado el cerdo en vaca a su paso
por los Pirineos. Incluimos aquí una
ilustración tomada del blog de Juan Carmona con los elementos de la leyenda
recreada, la vieja y la vaca.
Al
margen de lo que acabamos de referir, existe otra leyenda, la de “la doncella
Carcayona”, magníficamente estudiada por la Dra. Pino Valero Cuadra, y que fue objeto de su
tesis doctoral, que trata sobre una princesa india, convertida al Islam y que,
tras ser arrojada de la casa paterna y de múltiples peripecias, llega a Francia
donde contrae matrimonio y vencer nuevas dificultades, dará nombre a una nueva
ciudad.
En
este caso, la leyenda nos ha llegado a través de varios manuscritos aljamiados,
estudiados por la Dra. Valero, uno de los cuales fue hallado, con otros, al
derribar una casa Almonacid de la Sierra, lo que viene a demostrar su difusión
entre los moriscos aragoneses, añadiendo nuevo interés al tema que, sin
embargo, no guarda relación con nuestra vaca.
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