Recientemente
hemos localizado un curioso impreso del que queremos dar cuenta. Se trata de
una hoja de 45 x 32 centímetros, en la que figura una composición poética
dedicada “A Doña María Cristina de Borbón”, firmada por José María Huici,
escritor y poeta, fallecido en 1893, del que nos hemos ocupado en ocasiones
anteriores, por su vinculación con Borja.
Nacido
en Utiel, fue Guardia de Corps pero, en la primera mitad del siglo XIX, residía
en Zaragoza, donde regentaba una administración de Lotería. Relacionado con los
círculos más progresistas de la capital aragonesa, trabajó como periodista, llegando
a dirigir El Eco de Aragón, en 1866.
Fue
autor de diversas obras teatrales y de una zarzuela que se representaron con
éxito en Zaragoza y en otros lugares. Por otra parte, su actividad cultural
queda patente por el hecho de haber sido Académico Correspondiente de la Real
Academia de la Historia, fundador del Liceo Artístico Literario de Zaragoza,
miembro de la Comisión Provincial de Monumentos y conservador del Museo de
Antigüedades, a pesar de lo cual seguimos sin conocer muchos datos de su
biografía. De hecho, el año de su fallecimiento pudimos saberlo por haberse
hecho eco del mismo, en enero de 1894, la Real Academia de la Historia en su
boletín.
En
Borja dispuso de casa propia en la calle de la Concepción, la cual sigue siendo
propiedad de sus descendientes. Por esta razón, hemos adquirido alguna de sus
obras, cosa complicada pues no suelen aparecen en el mercado.
Por
otra parte, el impreso nos permite hacer referencia a la época histórica en la
que se inscribe. Va dirigido a la reina Dª María Cristina de Borbón-Dos
Sicilias, la segunda esposa de Fernando VII que, además, era tío suyo por ser
hermano de su madre la infanta María Isabel de Borbón. Fue la madre de Isabel
II que, en el momento del fallecimiento de Fernando VII, tenía tres años de
edad, por lo que María Cristina fue nombrada Gobernadora del Reino.
Tuvo
que hacer frente a la I Guerra Carlista, protagonizada por su cuñado el infante
D. Carlos María Isidro de Borbón que se negó a acatar la Pragmática Sanción, lo
que dio lugar a un enfrentamiento que se prolongó a lo largo de la mayor parte
del siglo XIX.
En
1840, tuvo que abandonar España, al hacerse cargo de la Regencia el general D.
Baldomero Espartero, pudiendo regresar en 1844. Ese es el momento en el que hay
que situar a la composición de Huici, en la que se hace mención expresa al acontecimiento:
Llegad,
llegad, que ya es hora/os vuelva dichosa a ver/esta nación que os adora;/ y hoy
os recibe, Señora,/ con lágrimas de placer.
Que
no eran ciertos esos sentimientos lo demuestra el que en 1847 tuviera que
volver a exiliarse, durante un corto espacio de tiempo, y que finalmente en
1854 fuera definitivamente expulsada, muriendo en París en 1878.
Buena
parte del rechazo que suscitaba, tanto en un sector de la población como en su
propia hija Isabel, venía provocado por el matrimonio morganático que contrajo,
poco después de la muerte de Fernando VII, con un sargento de los Guardias de
Corps, D. Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, con el que tuvo ocho hijos.
El
mayor de los varones, que se llamaba Agustín (1837-1855) fue el protagonista de
un proyecto que pudo llegar a tener una gran trascendencia. Acaeció en 1846,
cuando el Presidente de la República del Ecuador, Juan José Flores, propuso a Dª
María Cristina la restauración de la monarquía en aquel país. La reina vio la
posibilidad de colocar en el trono a su hijo, al que ya le había concedido los títulos
de duque de Tarancón, conde de San Agustín y vizconde de Rostrollano, y con ese
fin fue creado Príncipe de Ecuador, como paso previo a la asunción de la corona
del que iba a llamarse Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia. Como no podía
ser de otra forma, el intento fue desbaratado por la presión internacional y el
efímero príncipe, que no había cumplido los 9 años, terminó muriendo en París,
a los 18, donde residía con su madre.
Sus
restos reposan en el cementerio de Rueil_Malmaison, en un mausoleo que mandó
levantar la reina, junto con sus hermanos Juan, I conde del Recuerdo; y José
María, I conde de Gracia, ambos fallecidos en 1863, con 19 y 17 años, respectivamente.
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