Magallón
se caracterizó en el pasado por su tradición alfarera de la que ha quedado como
último testimonio un conjunto de alfares en la zona de El Quez, donde llegaron
a formar un pequeño barrio artesanal. Siempre defendimos la idea de mantener,
al menos, uno de ellos, así como dedicar un pequeño museo a las piezas que allí
se elaboraban, algunas muy características de Magallón. Hasta el momento nada
se ha hecho, aunque sabemos que hay proyectos. Pero, mientras tanto, el barrio
alfarero va desapareciendo poco a poco y, ahora, como ha comprobado Pedro
Domínguez Barrios algunas paredes de sus maltrechos edificios han sido
utilizadas por los grafiteros.
Estas “realizaciones”
no pasarán a la historia del arte urbano, como lo demuestran las imágenes de Pedro,
siendo más bien un nuevo exponente del vandalismo al que nos tienen
acostumbrados esos “artistas” que ensucian las paredes de ciudades, carreteras
y, lo que aún es más lamentable, vagones de trenes o monumentos históricos, como ha ocurrido con la iglesia de la Magdalena de Zaragoza, recientemente restaurada y cuyos muros exteriores ya están llenos de pintadas.
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