El
momento más esperado de la noche era, sin duda, el de conocer los nombres de
los ganadores de la IV edición del Concurso de Microrrelatos “Aragón
Negro-Ciudad de Borja” y, por ello, la expectación alcanzó su más alto nivel
cuando el Concejal de Cultura D. Alberto Lajusticia Gil hizo entrega de la
plica correspondiente al Presidente del Centro que procedió a dar a conocer los
premios.
En la
categoría de adultos, el Primer Premio fue otorgado a D. Carlos García Viñal,
por su relato “Los círculos del infierno” que fue leído por su padre D. Manuel
García Cebrián. Ofrecemos, como primicia el texto del mismo:
LOS
CÍRCULOS DEL INFIERNO
- Al
reencontrarnos con ellos, nos damos cuenta de cuan idealizados hemos tenido a
los héroes de nuestra juventud. ¿Verdad, maestro? El tiempo todo deforma.
- Lo
mismo les sucede a los lugares. La Arcadia sólo es un recurso poético.
Dos figuras con contornos humanos se destacan,
gracias al ardiente sol de agosto, sobre la negritud de un entorno desolador.
Sus palabras, aún siendo susurradas, son fácilmente audibles entre el silencio
sepulcral del lugar.
- ¿Quién
causaría tanta destrucción? ¿Quién pulsaría el botón? Apenas quedan los restos
de algún edificio. Ni los más altos, antiguos y orgullosos han resistido.
- Poco
importa ahora que todo son cenizas. Aunque las pistas dejadas por el causante
fueran como las del asesino de una mala trama de novela negra, sería imposible
de descubrir. La pregunta más bien es, joven Adso, ¿por qué se concentraría
tanto poder en aquella señorial Casa?
- Pero
maestro, él no habrá sido ni nunca hubiera deseado esto.
- De
ello estoy seguro. Supongo que la posibilidad de que tanta sabiduría almacenada
fuera cruelmente empleada por otros, cegara mentes obtusas y causara reacciones
impredecibles, fue un riesgo que merecía la pena correr.
Cada vez su presencia es más tenue. El sol corre a
esconderse y todo apunta a que ellos se unirán al mismo juego.
- ¿Cómo
era aquello de que somos enanos a hombros de…?
- Ahora
ya igual da – le interrumpe Guillermo – creo que se acerca también nuestro fin.
Una ráfaga de viento acude al encuentro de ambas
formas. Parecen fundirse en un abrazo y son barridas como si de dos figuras de
arena en una playa de ceniza se trataran. Danzando arremolinadas, se elevan y
chocan contra lo único que se conserva de la antigua ciudad: el Castillo de la
Zuda.
El
segundo premio fue concedido a Dª. Cristina Aguas Marco por “El extraño caso
del Dr. Amante” que fue leído, en su ausencia, por el Presidente del Centro de
Estudios Borjanos.
Ya en
la categoría de menores de 18 años, volvió a obtener el Primer Premio Camino
Domínguez Sobrino, que ya lo había alcanzado en la edición anterior. Este es su
relato, titulado “Ginebra”:
GINEBRA
A Ginebra le gustaba
fumar.
Lo hacía todo el rato,
y de una manera cuanto menos insólita.
Cada madrugada, irrumpía en mi inocente sueñoy tergiversaba
por completo el significado de esa palabra.
Fumar.
Inhalaba cada
centímetro de mi piel deseosa de adentrarse en ella, poniéndome a su merced.
Era preciosa.
Su lencería de encaje
negro tenía impregnado el olor a tabaco intenso.
Con el paso del tiempo,
sus visitas nocturnas se convirtieron (como le ocurriría a cualquier añico de
poeta como yo) en mi momento favorito del día. Durante las horas de luz apenas
pensaba en otra cosa que sus delgados dedos deslizándose sobre mi pecho, en su
lengua meciéndose sobre la mía.
Sin embargo, como es
natural al ser despertado con la luz del día, Ginebra se esfumaba como el humo
de sus cigarrillos.
Al principio, cuando me
sorprendía en mi escritorio plasmando su esencia sobre el papel, trataba de
repetirme “Carlos, es sólo un sueño. Madura y escribe sobre algo real.
Sin embargo, poco tardé
en darme cuenta de que la poesía no entiende de realismo, sino de sentimientos,
y de la profundidad de los mismos.
No conocía nada más
profundo que Ginebra, así que dejé de ponerle límites a mi obra.
Así, de un simple sueño
erótico nació mi poemario, que para grata sorpresa, logró bastante éxito.
Infinitas noches
después de su publicación, estaba con mis amigos en el pub La Bolera de Borja,
cuando un olor a intenso tabaco me envolvió de repente.
Divisé a una mujer,
sosteniendo un cigarrillo y un ejemplar de mi poemario. Se me acercó al oído, y
susurró:
“Me debes tu éxito.”
Por la mañana, lo único
que amaneció en mi dormitorio fueron mis sesenta y siete kilos en ceniza.
Como la que desprende
un cigarrillo cuando muere.
El Segundo Premio fue
concedido a Amelia Gómez Oliveros por “La Casa de las Conchas” que también fue
leído por nuestro Presidente, dado que no se encontraba presente.
Cerró
el acto D. Alberto Lajusticia Gil, poniendo de manifiesto la consolidación del
festival en Borja, así como el éxito en cuanto a participación en el concurso
de este año. Tuvo palabras de agradecimiento a todos los autores, al Centro de
Estudios Borjanos por la edición de estos libros y a D. Jorge Andía por la gran
calidad de sus ilustraciones que, de manera desinteresada, realiza cada año.
Con la
firma de ejemplares por parte de Jorge Andía, que fue muy solicitado, finalizó
este importante acto y el festival, con el compromiso de volver a convocarlo al
año próximo.
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