Otra
sorpresa que nos ha deparado la catalogación del archivo Zapata ha sido el
encontrar este antiguo cartel anunciador de una función en el Teatro Principal
de Zaragoza, fechada el 29 de septiembre de 1855. Se había conservado al ser
utilizado para realizar unas anotaciones en la parte posterior. Su interés es
indudable, pues no creemos que existan muchos de esa época o, al menos, no los
conocemos.
En
1998, la revista Artigrama de la
Universidad de Zaragoza, dedicó un dosier a la historia de ese teatro de la
capital aragonesa, cuyo origen se remonta a la antigua Casa de Comedias,
situada en el Coso, donde ahora se levanta el Banco de España, que fue
inaugurada en 1590 y se mantuvo en funcionamiento hasta su incendio el 12 de
noviembre de 1778.
En 1799
se inauguró la nueva Casa de Comedias, frente al emplazamiento de la anterior.
El deterioro provocado por la Guerra de la Independencia y el paso del tiempo obligó
a remodelarlo en 1828, siendo el arquitecto José de Yarza y Lafuente quien
diseñó la nueva fachada que, en gran medida, se mantuvo hasta nuestros días.
Fue a
mediados del siglo XIX cuando comenzó a ser denominado Teatro Principal, para
distinguirlo de otras salas que ya se habían inaugurado en la capital
aragonesa. Pero la reforma más importante tuvo lugar en 1858, a la que
siguieron otras hasta llegar a su estado actual. Entre ellas debemos destacar
la que proyectó el arquitecto de origen borjano D. Ricardo Magdalena, a finales
del siglo XIX.
Pero,
volviendo al cartel, en él se anuncia como atractivo principal la actuación del
primer actor D. José Valero. Se trataba de D. José Valero Villavicencio, nacido
en Sevilla en 1808 y fallecido en Barcelona en 1891, uno de los principales
intérpretes de la época que, además de actuar en el Teatro Español y el Teatro Circo de Madrid, realizaba giras
por toda España.
Fue el
gran rival de otro gran actor D. Julián Romea (1813-1868), con el que se
disputaba la primacía en el arte escénico. Nacido en Murcia, el teatro de esa ciudad
lleva su nombre. En 1839 retó al crítico teatral Ignacio Escobar, tras haber
recibido de él una crítica muy negativa que consideró ofensiva y entonces estas
cuestiones se dirimían por medio de un duelo. Pero tanto el actor como el
crítico eran unos inexpertos tiradores, por lo que los disparos que se intercambiaron
no les causaron daños, aunque lamentablemente el de Romea ocasionó la muerte de
uno de los padrinos que, de acuerdo con el ritual establecido, tenían que presenciar
el lamentable espectáculo.
El
programa de aquella tarde del 29 de septiembre de 1855, en el Teatro Principal,
se inició con la interpretación (a telón corrido) de la Gran Sinfonía de la
ópera Zampa. Se trataba de una ópera
cómica con música de Louis Joseph Ferdinand Hérold que había sido estrenada en
París en 1831 y cuya obertura se convirtió muy pronto en parte integrante de
los repertorios de muchas orquestas. Hay que señalar que el libreto de la misma
fue escrito por Anne-Honoré-Joseph Duveyrier de Mélésville (1787-1865), el mismo
autor de la obra que se representó a continuación.
El
barón Anne-Honoré-Joseph Duveyrier de Mélésville pertenecía a una distinguida
familia francesa que decidió dedicarse por entero a escribir obras de teatro
que firmaba con el seudónimo de “Mélésville”, con las que logró un gran éxito. Sullivan era una comedia en tres actos,
inspirada en un cuento de Garrick Médecin que se estrenó en París el 11 de
noviembre de 1852. Tres años después llegó a Zaragoza de la mano de José
Valero.
A continuación se
interpretaron una serie de danzas españolas, compuestas y dirigidas por el Sr.
Oliva, con el título de “La Sandunga y el Perchel”. Debía tratarse de una
adaptación de “La Sandunga del Perchel” que por entonces se representaba con
cierta frecuencia en distintos escenarios.
Como colofón, la
comedia en un acto Una retirada a tiempo,
que había sido traducida, en 1844, por Joaquín Hurtado de Mendoza, un dramaturgo
español no demasiado conocido. De tan amplio programa se podía disfrutar por 3
reales en las localidades y 2 en patio y cazuela. La cazuela era la última
planta, la que en el Teatro Cervantes de Borja se conocía con la denominación
de “gallinero”.
Agustín Peiró |
Finalmente, hay que señalar que el cartel fue
editado en la imprenta de Mariano Peiró Rodríguez, un hombre que destacó por su
amor a la Literatura y que fue quien introdujo en Zaragoza la litografía. Le
sucedió su hijo Agustín Peiró y Sevil que, además fue periodista y autor literario,
conocido por su seudónimo de “Antón Pitaco”.
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