Identificar
documentalmente al autor de una obra de arte, constituye siempre un
descubrimiento digno de ser resaltado pero, mucho más lo es cuando, como en
este caso se trata de una imagen emblemática como es la del Cristo atado a la
columna, Patrón de la villa de Mallén.
Hasta
este momento, el origen de esta imagen estaba unido a una tradición que recogió D.
Francisco Javier Córdoba en su obra Manlia
y Mallén y de la que nos hemos hecho eco en alguna ocasión. Según ese
piadoso relato, en una fría tarde del mes de marzo, llamó a las puertas de una
modesta vivienda, situada junto a las ruinas de la antigua mezquita, un pobre
al que los moradores dieron cobijo para que pasase la noche. Se acercaba la
Semana Santa y, en la conversación que siguió a la cena, manifestaron al
mendigo el deseo de los habitantes de la localidad de contar con una imagen de
Cristo, de la que carecían en su parroquia. Su sorpresa fue grande cuando el
desconocido les dijo que él podía hacerla, si le proporcionaban los materiales
precisos y el sustento, aunque con la condición de no penetrar en la habitación
donde iba a trabajar, hasta que les avisara. Así lo hicieron, aunque en la
noche del tercer día pudo más su curiosidad y decidieron entrar para conocer la
marcha de la obra. Su sorpresa fue enorme al comprobar que el visitante había
desaparecido y que, en el centro de pequeña estancia, se encontraba la bella
imagen de Cristo atado a la Columna que, desde aquel momento, se convirtió en
especial protector de la villa de Mallén.
Ahora,
D. Guillermo Carranza Alcalde ha podido demostrar, a partir de los datos que,
referidos al pago de la imagen, se detallan en el libro de la cofradía de
Sangre de Cristo de Mallén, que fue encargada por esa cofradía al escultor Juan
de Biniés, en 1615. Los últimos plazos abonados por el encargo corresponden a
1616 y se enmarcan dentro del proceso de renovación de esa cofradía que se
plasmó en los estatutos aprobados en 1618, aunque su origen fue, probablemente,
un poco anterior.
Ello
ha sido posible por la reciente adquisición efectuada por Guillermo en una
librería zaragozana del libro de dicha cofradía, de extraordinaria importancia
para la historia de Mallén, pues aporta muchos datos, no sólo sobre la
cofradía, sino sobre la organización de la Semana Santa ya en el siglo XVII,
así como referencias al primer dance documentado en nuestra zona que,
organizaba la cofradía el Domingo de Resurrección, llevando los danzantes
cascabeles en sus piernas. No menos interesante es todo lo referido a la
capilla construida para albergar a esa imagen, que no es la actual, dado que la
ahora existente fue comenzada a levantar a finales del siglo XVIII, obra sobre
la que hemos encontrado mucha información en el archivo de la familia Zapata.
Fue la
Profª. Dª. María Concepción García Gainza quien en un artículo publicado, en
1980, en el Boletín de Seminario de
Estudios de Arte y Arqueología (BSAA) de la Universidad de Valladolid (por
cierto, disponible en nuestra biblioteca) quien estudio, por primera vez,
detalladamente a ese escultor, nacido en Sangüesa, que también es conocido como
Juan de Vinuesa, Viniés o Viñes. Establecido en Tudela, realizó numerosos
trabajos para localidades de su entorno. Colaboró con otros maestros que, procedentes
de Sangüesa, residían en Tudela, como el escultor Juan de Casanoba, escultor, o
el pintor Juan de Lumbier, este último autor del retablo de San Pedro de la
colegiata de Santa María de Borja, dos de cuyas tablas, identificadas por el
Prof. Criado Mainar, se exhiben en el Museo de
la Colegiata.
No obstante,
es preciso señalar que ya, en 1948, D. José Ramón Castro Álava lo había dado a
conocer en su artículo “Escultores navarros” publicado en la revista Príncipe de Viana, en el que incluía el
testamento del escultor. Asimismo, Luis
Lavilla y Esteban Sola en su artículo “Juan de Biniés, escultor”, publicado por
el Centro de Estudios Merindad de Tudela, en 2009, aportaron nuevos datos
biográficos. Ambos artículos pueden ser consultados también en nuestro Centro.
Como
recordaba la Profª. García Gainza, entre las imágenes de Cristo Crucificado
documentadas de Juan de Biniés se encuentran las de Cintruénigo (1610), Buñuel
(1619) y Cortes de Navarra (1624).
También
es de Biniés la imagen de Cristo con la Cruz a cuestas de Murchante, conocida
como el Cristo de la Buena Siembra, realizada en los últimos años de su vida
(falleció en 1626), en colaboración con Pedro Martínez y Juan de Lumbier, según
hizo constar en su testamento, citado por la Profª. García Gainza.
Aunque
la Prof. García Gainza afirmaba que el paso de Murchante era el único de los
que se conservaban de Biniés, el Prof. D. Ricardo Fernández Gracia pudo documentar
también otro de Cristo con la Cruz a Cuestas de Peralta.
Por
otra parte realizó también retablos o intervino en las obras de algunos de ellos.
Concretamente se le atribuye esta imagen de Cristo crucificado del ático del
retablo mayor de la iglesia de Ntra. Sra. de la Victoria de Cascante.
En el
Museo José Luis Arrese de Corella se conserva esta imagen de Cristo atado a la
columna que pertenece a la parroquia del Rosario y participa en la procesión
del Viernes Santo. Tradicionalmente atribuido a Gregorio Fernández, fue la
Profª. García Gainza la primera en establecer su relación con las obras de
Biniés, aunque no ha podido ser documentado, lo que sí ha ocurrido con el
Cristo de Mallén, que viene, de esta forma, a sumarse a la relación de obras
conservadas de Juan de Biniés, gracias al descubrimiento de Guillermo Carranza.
Queremos
señalar, finalmente, que entra dentro de lo posible que la cofradía de la
Sangre de Cristo dispusiera, con anterioridad, de otra imagen, que fue
reemplazada por ésta, de la misma manera que la primitiva capilla construida
para albergarla, dio paso a la nueva, tras la profunda reforma a la que fue
sometida la iglesia parroquial de Mallén.
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