Durante
los últimos días han sido colocados espejos en diferentes calles del casco
urbano de Borja. Una acertada medida encaminada a facilitar la conducción y reducir
la siniestralidad en determinados cruces, aunque no tenemos noticia de que
fuera demasiado elevada por esa causa.
Nos
imaginamos que uno de los puntos en los que se colocarán es en la confluencia
de la calle Barbalanca con la que discurre junto a la Ciudad del Menor desde el
camino de San Jorge. Allí sí existe un riesgo evidente, acrecentado por los
coches que aparcan en el lado derecho de la calzada, lo cual impide la
visibilidad en la intersección en la que confluyen los que circulan por esa
calle y los provenientes de las dos direcciones de la calle Barbalanca.
Pero,
entre los espejos colocados llama la atención el que ha sido ubicado en el arco
de San Francisco, un monumento importante, obra del arquitectos Agustín Sanz
que lo diseñó a finales del siglo XIX. Si a ello añadimos que el soporte del
mismo sobresale considerablemente por encima de espejo el resultado no es el
más adecuado.
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