Hacía
ya algún tiempo que no habíamos estado en San Jorge, a pesar de que es un lugar
que, por su cercanía al casco urbano, suele ser lugar de destino para muchas
personas que disfrutan de la belleza de lo que, en definitiva, es un parque más
de nuestra ciudad y de las espléndidas vistas que, desde allí, pueden
contemplarse.
Pero,
además, la ermita dedicada al Patrón de Aragón, es un monumento de especial
importancia, por tratarse de un templo medieval que se ha podido conservar en
uso hasta nuestros días.
Por
eso, resulta especialmente lamentable el que uno de sus muros haya sido
utilizado como soporte para reflejar la declaración de amor de una pareja,
cuyas iniciales hicieron constar. Si toda pintada es reprobable, mucho más lo
es cuando, como en este caso, se realiza en un monumento histórico. Lleva la
fecha de 2 de octubre de 2017 y, aunque no teníamos constancia de su
existencia, no cabe duda de que fue contemplada por todos los que acudieron a
la ermita el Día de San Jorge. Comoquiera que no fue borrada entonces,
esperamos que se adopten las medidas precisas para que este año desaparezca
antes del 23 de abril.
Como
decimos, el lugar es sumamente agradable y el estado de limpieza y cuidado del
entorno muy aceptable, aunque no faltan visitantes descuidados que arrojan
desperdicios por las laderas del monte.
No
eran muchos, pues como comentábamos el entorno está cuidado pero, nos
entretuvimos, durante la larga espera que tuvimos que realizar para asistir al
acontecimiento que allí iba a tener lugar, recogiendo botellas, envases y latas
y pudimos llenar una de las papeleras situadas en la explanada de la ermita.
Del
acontecimiento nada podemos revelar por el momento, pero se trataba de una
sesión fotográfica en la que Enrique Lacleta contó con la colaboración de unos
espontáneos colaboradores.
Nos
retiramos cuando el sol caía ya por el horizonte, dejándonos estas bonitas
imágenes del perfil de nuestra ciudad que mereció la pena contemplar.
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