Purujosa
es una localidad enriscada en uno de los parajes más bonitos de nuestra zona.
Hasta allí llegó también la despoblación, haciendo temer por su supervivencia
como municipio pero, aunque su censo es muy reducido, la recuperación de sus
monumentos y de buena parte del casco urbano constituye un sorprendente ejemplo
que ha sido posible gracias al entusiasmo de las personas que allí tenían sus
raíces.
La
iglesia parroquial de El Salvador puede servirnos de imagen de ese cambio que
comentamos. Tenemos imágenes del pasado siglo en las que su maltrecha fachada
emergía en unas calles en las que comenzaba a crecer la maleza. Las fotografías
más recientes nos ofrecen una visión radicalmente distinta. El templo
restaurado por dentro y por fuera, las calles pavimentadas y las casas próximas
acertadamente rehabilitadas constituyen la demostración de que todo es posible
cuando hay voluntad y entusiasmo.
El
otro monumento de interés es la ermita de la Virgen de Constantín, un templo
rupestre que también ha sido completamente restaurado y en cuyo edificio anexo
reside un sacerdote ermitaño. Aunque el nombre de esta advocación mariana es
relacionado en el imaginario popular con la figura del emperador Constantino,
lo cierto es que en el siglo XII está documentada la existencia en la zona de
un ermitaño llamado Constantín. La imagen de la Patrona de Purujosa ha sido
objeto de especial devoción por parte de otras localidades de la zona y,
todavía, los vecinos de Talamantes acuden cada año en romería hasta la ermita.
Como
ejemplo de la recuperación de la trama urbana y de los edificios que la
componen, ofrecemos estas dos imágenes. La primera de ellas es la de una
vivienda que ocupa el lugar donde se alzó el desaparecido castillo, pues la
localidad era fronteriza con Castilla en este sector de la Raya aragonesa.
Otro
hecho llamativo es la rehabilitación, realizada por su propietario, de una
antigua era, excelente ejemplo de la tipología de este tipo de elementos
utilitarios populares.
También
han sido recuperados los antiguos pilares que hubo en su término. El de la
Virgen de la Leche, ubicado en la confluencia de los barrancos de la Virgen y
de Cuartún, fue restaurado con los mismos materiales.
El de
San Ramón que estaba situado en el lugar de la primera fotografía, donde
también se pueden ver edificios rehabilitados, ha sido rehecho de forma
parecida a su aspecto original.
Aunque
en la localidad están empadronadas 36 personas, las que residen habitualmente allí
son muchas menos. Sin embargo, el número de visitantes ha experimentado un
notable crecimiento, atraídos por la belleza de “la cara oculta del Moncayo”,
de sus zonas de escalada e incluso por sus yacimientos paleontológicos (en este
caso lugar de destino de investigadores de muchos lugares). Para atenderlos, el
municipio cuenta con el albergue de San Ramón que ha tenido que ser ampliado.
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