Cualquiera de nosotros hemos oído hablar de esas
rocas procedentes del espacio exterior que, de cuando en cuando, impactan sobre
la Tierra. A uno de gran tamaño se atribuye aquel enorme cataclismo que acabó
con los dinosaurios y cambió el rumbo de nuestro planeta. Dentro de Aragón, se
habla de otro gran meteorito que hace miles de años impactó en Azuara.
Pero,
en la mayoría de los casos, son rocas de pequeño tamaño encontradas de forma casual
que terminan siendo exhibidas en los museos o en poder de coleccionistas,
aunque generalmente ceden fragmentos de los mismos a los científicos, dado el
interés que el estudio de estas piezas tiene.
Para
los interesados en estos temas, existe una página en la que se detallan todos
los meteoritos cuya caída ha sido registrada en España. En ella pueden
encontrarse referencias al que cayó de Sigena en 1773, en Roda de Isábena en
1871 o en Zaragoza en 1950. También hay otra página interesante sobre los
avistamientos de meteoros que pueden ayudar a encontrar los restos que hubieran
podido caer en tierra.
Esta
introducción obedece a que, hace unos días, nos comunicaron que habían caído en
Borja, procedentes de lejanos mundos, varios fragmentos de meteorito que
impactaron sobre una persona que se encontraba en su campo y que tuvo que
guarecerse para evitar males mayores, viendo como impactaban sobre el suelo y
sobre el tejado de una caseta que allí existe.
Aunque
el honrado agricultor atribuyó lo ocurrido a un lanzamiento intencionado desde
un avión, la persona que nos puso en conocimiento del hecho consideró que era
muy difícil que existiera un piloto con tan malas intenciones y con la puntería
suficiente para acertar en la finca de nuestro paisano.
Lo más
probable es que se tratara de aerolitos y, ante la importancia científica que
el hecho podía tener, nos pusimos en contacto con el mejor especialista en
meteoritos de España, un ilustre catedrático que, por supuesto, se ofreció a
analizar los fragmentos que, hasta ese momento, no habíamos visto.
Fue el
pasado viernes cuando nos los trajeron al Centro y, como les ocurrirá a todos
nuestros lectores, quedamos impresionados por el aspecto de los “meteoritos”,
dado que, a diferencia de todos los hasta ahora conocidos, ofrecen datos
insospechados.
Trozos
de ladrillo y hasta de yeso con huellas que, tras un largo recorrido
interestelar demuestran la existencia de civilizaciones similares a la nuestra
a años luz de distancia.
O este
canto rodado, como los existentes en las terrazas del Huecha que vendría a
demostrar el que se formaron tras la caída de miles de meteoritos en el pasado.
Naturalmente, no le diremos nada al especialista y guardaremos para nosotros
tan excpecionales “descubrimientos”.
La
anécdota que hemos relatado viene a poner de manifiesto que no hay que
precipitarse antes de conocer la realidad de cualquier hecho, sobre todo cuando
la información procede de una persona que cree haber sido agredida por el piloto
de una aeronave no extraterreste, sino procedente de algún aeropuerto de
nuestro planeta.
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