Fray Julián Garcés fue un personaje histórico de singular
importancia, dado que fue el primer obispo del continente americano. Tras
iniciar su formación humanística en la Universidad de Salamanca, tomó el hábito
dominico en el convento de San Esteban de esa ciudad, el 25 de marzo de 1487.
En 1497, pasó al convento de
Zaragoza y, en 1504, obtuvo la cátedra de Filosofía Moral de la Universidad de
Valencia. Al margen de su actividad académica, destacó como brillante orador,
por lo que Carlos V lo nombró predicador real. También fue confesor del obispo
de Burgos, D. Juan Rodríguez de Fonseca, que ocupaba el puesto de Presidente
del Consejo de Indias. Ello fue determinante para que, el 6 de septiembre de
1519, el monarca lo presentara al Papa León X para ser nombrado obispo de la
“isla Carolina”.
Las circunstancias de la propuesta
para esta sede que llegaría a ser la primera creada en el continente americano
son muy curiosas. En 1517 había llegado la noticia del descubrimiento de la
península del Yucatán, a la que se tomó por una isla. Cuando aún no se tenía
conocimiento de la llegada de Cortés a México, se decidió crear allí un
obispado, dando el nombre de “Carolense”, en honor al emperador.
La rápida sucesión de los
acontecimientos y la imprecisión a la hora de fijar los límites de esa sede,
aconsejaron posponer esa decisión aunque fray Julián siguió siendo considerado
el candidato ideal para desempeñar ese cometido en el lugar que, más tarde, se
decidiera.
Tuvieron
que pasar ocho años para que, en 1527, el Papa Clemente VII erigiera la sede de
Tlaxcala, honor con el que se quiso recompensar a sus habitantes por su lealtad
en la conquista del imperio mexica. En esta ocasión, Carlos V volvió a proponer
el nombre de fray Julián Garcés para ser el primer obispo, a pesar de que ya
contaba con una edad muy avanzada para la época. Suele afirmarse que tenía más
de 70 años cuando embarcó con destino a su remoto obispado, del que tomó
posesión el 9 de noviembre de 1529. Sin embargo, es muy probable que su edad
fuera menor, alrededor de 57 años, por las razones que más adelante
comentaremos. Inicialmente, ubicó su catedral en el convento que los
franciscanos tenían en la ciudad de Tlaxcala y, a pesar de su edad, comenzó a
desarrollar una ingente labor. Muy pronto se percató de la conveniencia de
fundar una nueva ciudad, poblada por españoles.
Según
una bonita leyenda, fray Julián tuvo un sueño en las vísperas de San Miguel, en
el que se veía caminando en busca del lugar más adecuado para su propósito,
hasta llegar a un hermoso valle, regado por tres ríos, que era iluminado por
una brillante luz y sobre el que descendían los ángeles. Al despertar, mandó buscar el paraje soñado
que fue identificado con el valle de Cuetlaxcuapan. Allí comenzó a construirse
la ciudad de La Puebla de los Ángeles, que cruzan los ríos Almoloya, Alseseca y
Atoyac, donde terminó siendo trasladada la sede del obispado en 1539 y confirmada
el 6 de junio de 1543. En recuerdo de su origen, lleva en sus armas una ciudad
de oro con cinco torres sobre campo de sinople y un río en azur, sostenida por
dos ángeles de plata, junto con las letras H y V, que hacen referencia a Carlos
V. En torno al mismo se dispone la leyenda que traducida del latín dice: “Dios
ordenó a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos”.
Allí murió fray Julián, siendo enterrado en el convento
dominico que había fundado pero, posteriormente, sus restos fueron trasladados
a la magnífica catedral, consagrada por el beato Juan de Palafox, en cuya
fachada tiene dedicada una lápida recordando que fue el primer prelado de esa
sede y que ha pasado a la historia porque, en 1533, envió al Papa Paulo III,
defendiendo los derechos de los indios. Fue un documento fundamental que
influyó en el ánimo del Pontífice para que, cuatro años después, promulgara la
bula Sublimis Deus, considerada la
Carta Magna de los derechos de los indígenas.
Con
motivo del V Centenario del Descubrimiento, el 28 de junio de 1992, el Ateneo
de Zaragoza y el Centro de Estudios Borjanos organizaron un acto de homenaje a Fray
Julián Garcés y a D. Juan de Coloma. El acto tuvo lugar en el Auditorio de
Santo Domingo, con la participación del entonces Presidente del Centro de
Estudios Borjanos, D. Victorino Gracia Salas; D. Pedro Sancristóbal y Murúa, en
aquellos momentos Director General de Acción Cultural del Gobierno de Aragón;
D. Pablo Tejadas Ruiz, concejal del M. I. Ayuntamiento de Borja; y D. Fernando
Solsona Motrel, Presidente del Ateneo de Zaragoza. Seguidamente, fue
descubierta una placa conmemorativa en la fachada del antiguo templo. El
homenaje venía motivado por el hecho de que los autores dominicos consideraban
a fray Julián Garcés nacido en Borja. Se basaban para ello en el hecho,
perfectamente documentado, de que, en el desaparecido convento de dominicos de
Zaragoza, existía un retrato suyo en el que se hacía constar “El Ilmo. y
Venerable Señor Dn. Fr. Julián Garcés, natural de Borja…”. La falta de pruebas
documentales hizo que, en la citada lápida, no hiciéramos alusión a su supuesto
nacimiento en Borja.
Pero hay otra localidad zaragozana, Munébrega, que ha venido
considerando a fray Julián como hijo de la misma. Para ello se basaban en que su
padre Ximén o Gimén Garcés había nacido allí, donde tiene dedicada una calle.
Aunque, como nacido en Munébrega ha venido apareciendo en algunas obras de
divulgación, su origen siempre ha sido cuestionado, hasta el punto de que el
Diccionario de la Real Academia de la Historia, cita como probables lugares de nacimiento
a Borja o Munébrega, lo cual no ha sido obstáculo para que esta última
localidad llegara a hermanarse con Tlaxcala, la sede americana de nuestro
obispo, aunque muy pronto la trasladara Puebla.
Inesperadamente, la cuestión ha experimentado un cambio
radical, como consecuencia de las investigaciones realizadas por D. Raúl
Utrilla Muñoz, cuya primera parte aparece en el último número de la revista del
Centro de Estudios de la Tierra de Ágreda y el Moncayo soriano.
En esta revista, muy bien editada, que ha alcanzado ya su
número 13, aparece entre otros muchos artículos de interés el que lleva por
título “Fray Julián Garcés de los Fayos y González de Castejón, natural de
Ágreda, primer obispo novohispano e inspirador de la Bula Sublimi Deus".
En él, D. Raúl Utrilla, tras hacer referencia a la cuestión
de su posible nacimiento en Borja o Munébrega, aporta por vez primera documentación
en la que se menciona con claridad que había nacido en Ágreda. La más importante
corresponde a las pruebas para ingresar en la Orden de Santiago de D. Santiago
García de Albornoz Acuña y Legazpi, nieto del conquistador de las islas
Filipinas, Miguel López de Legazpi, y de Isabel Garcés y González de Castejón,
con la que había contraído matrimonio en la ciudad de México. En ellas, todos
los testigos aportan datos relevantes sobre la familia.
A través de esas informaciones se sabe que la citada Isabel
Garcés, acompañó a Fray Julián en su viaje al Nuevo Mundo. Aunque para algunos
era hermana del prelado, lo más probable era que fuera sobrina, dada la diferencia
de edad.
Cita también las actas de los capítulos provinciales de la
Orden de Santo Domingo en Salamanca en las que se menciona a “Fray Julianum de
Ágreda” que identifica con fray Julián Garcés.
La hipótesis de su nacimiento en Ágreda ya había sido apuntada
por otros autores como D. Manuel Peña García, planteándola como un interrogante
o, con mayor contundencia por el Dr. D. Jorge Manuel Ayala, Profesor de la
universidad de Zaragoza, pero los nuevos datos de D. Raúl Utrilla tienen un
enorme interés que va a obligar a revisar las biografías del ilustre obispo,
quedando a la espera de la segunda entrega de su trabajo.
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