La publicación de un artículo sobre el naufragio de la barca
de Boquiñeni despertó un gran interés, hasta el punto de convertirse en el
segundo más leído del pasado mes.
Como se recordará en el siniestro murieron tres pastores de
la ganadería de Ripamilán, sobre cuya historia ofrecíamos detalles, haciendo
referencia a la muerte de su propietario en extrañas circunstancias.
Hoy queremos ofrecer nuevos datos sobre ese otro suceso que
provocó una enorme conmoción, de la que se hicieron eco todos los medios de
comunicación españoles.
D. Gregorio de los Santos Ripamilán Murillo era el
propietario de la ganadería cuando fue secuestrado el 28 de mayo de 1882 en las
proximidades de la venta de Íñigo, situada en el término municipal de Tauste y
que todavía se conserva, cuando viajaba, en compañía de su sobrino Juan Callén,
de catorce años de edad (aunque el corresponsal de Ejea decía que apenas había
cumplido los diez), desde sus posesiones de Escorón en dirección a Ejea.
La extraña desaparición provocó una enorme inquietud, dado
que se trataba de una persona muy conocida. Había sido Alcalde de Ejea de los
Caballeros y era un hombre rico, pues junto con la ganadería era propietario de
numerosas fincas en la zona.
El asunto llegó incluso al Congreso, donde el Diputado D.
Tomás Castellano Villarroya que lo era entonces por la circunscripción de
Ejea-Sos (más tarde lo fue por la de Zaragoza-Borja), formuló una pregunta al
Ministro de la Gobernación D. Venancio González Fernández, sobre las medidas
adoptadas para resolver el caso y sobre la necesidad de mejorar las condiciones
sociales de las Cinco Villas que, en aquellos momentos, era una comarca muy
deprimida.
Fue en la sesión del 1 de junio de 1882 cuando la cuestión
fue planteada y cuando el Ministro informó de que, tan pronto como se tuvo
conocimiento de lo acaecido fueron enviadas fuerzas de la Guardia Civil para
tratar de esclarecerlo.
Hay que tener en cuenta de que, como señalaba La Correspondencia Ilustrada, al dar
cuenta del suceso, no había Guardia Civil en la zona, por lo que pedía el
establecimiento de una sección de carabineros montados en Tauste que, además de
proporcionar seguridad, contribuirían a reprimir el contrabando que “se viene
haciendo de continuo en la ribera del Ebro”.
Esta actividad venía provocada por la falta de recursos de
los habitantes de una comarca que, como señaló el Diputado Villarroya tampoco
disponía de una carretera en buenas condiciones que facilitara la comunicación
entre sus localidades, por lo que se seguían utilizando los antiguos caminos,
jalonados con ventas, como la citada de Íñigo.
En los primeros momentos, se practicaron algunas
detenciones, entre ellas la de un vecino de Ejea, apodado “Rodeos”, que fue
interrogado por los guardias D. Eusebio Amor Júdez y D. Ángel Morales Navarro
quienes, al encontrar algunas contradicciones sobre sus actividades el día del
secuestro, lo pusieron a disposición del Juez de Primera Instancia, aunque
después fue liberado al igual que otras personas detenidas en los primeros
momentos.
Pero, la tragedia alcanzó su punto culminante cuando el 3 de
junio fueron encontrados los cadáveres en el término de Ripamilán, junto “al
brazo de la acequia de Mallén”.
Estaban ya en proceso de descomposición, aunque pudo
comprobarse que el de D. Gregorio tenía la cabeza destrozada por “golpes
contundentes de palo o piedra” y “sobre veinte puñaladas en el pecho, vientre y
costados”. Otras informaciones señalaban que los daños en la cabeza le habían
sido ocasionados por un disparo. Nos inclinamos más por la primera versión que
denota un increíble ensañamiento, al igual que el degollamiento del niño.
Es comprensible la consternación que el desenlace del suceso
provocó en los habitantes de Ejea que no recordaban “un hecho tan vandálico”.
Mientras se hacían conjeturas sobre las causas que muchos atribuían a un
intento de robo, “las gentes recorren la población prorrumpiendo en lamentos y
pidiendo, a voz en grito, el castigo de los culpables”.
La última noticia que hemos encontrado en relación con el
asesinato es la detención del dueño de la venta y de su esposa que, como
consecuencia de sus declaraciones, fue dictado auto de prisión, aunque
ignoramos si finalmente fueron procesados por el crimen.
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