De “travesuras infantiles” calificaba El Diario de Huesca, en su edición de 27 de marzo de 1912, la
acción llevada a cabo por un niño de Boquiñeni, de 10 años de edad, cuyo nombre
daba a conocer y al que identificaremos por sus iniciales E.E., ya que en
aquellos tiempos no se tomaba en consideración la presunción de inocencia ni la
protección de datos.
Al pequeño se le ocurrió la idea de colocar en los carriles
de la vía férrea piedras y hierros, “con el sano propósito de que descarrilara
el tren”. Afortunadamente, antes de “pasar el mixto, se descubrió tan inocente
diversión” y su autor, convicto y confeso, fue puesto a disposición del
Juzgado. El periódico se lo tomaba a broma, pero pudo provocar una catástrofe
si el “mixto”, llega a toparse con los obstáculos puestos en la vía.
Para los que lo ignoren, la denominación “mixto” se aplicaba
a aquellas composiciones en las que, junto a vagones de pasajeros, había otros
de mercancías. El de Cortes a Borja fue siempre un “tren mixto”. Trenes lentos
que desaparecieron la década de los años 60 del pasado siglo.
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