En el artículo en el que ayer dedicamos a la Exposición
Aragonesa de 1868, hicimos referencia al lugar en el que estuvo ubicada que fue
la actual plaza de Aragón, entonces presidida por el monumento a Pignatelli
que, posteriormente, fue reemplazado por el dedicado al Justiciazgo que ahora
se alza en la plaza.
Dentro de los libros que forman el legado Bayod hemos
recibido el titulado El monumento al
Justiciazgo. Folleto complementario de dicha obra (erigida en 1904) cuyo
autor era el arquitecto responsable del proyecto D. Félix Navarro que fue
también quien construyó el Mercado Central que acaba de ser rehabilitado.
Esta publicación nos ha permitido conocer la contribución
del Ayuntamiento de Borja y de otros de la comarca al presupuesto de la obra,
algo que ignorábamos y que merece la pena resaltar.
Esta es la imagen del monumento que aparece en la obra
citada en la que, además del arquitecto, intervinieron el escultor D. Francisco
Vidal que fue quien modeló la estatua de Juan de Lanuza, fundida en bronce en
la empresa Averly.
La idea del homenaje a la institución del Justiciazgo estuvo
siempre vinculada a políticos de ideología liberal. Ya había sido propuesta en
la Cortes del Trienio Constitucional y volvió a surgir tras la revolución de
1868, cobrando fuerza tras la iniciativa presentada en el Ayuntamiento de
Zaragoza por un concejal republicano en 1887.
El proyecto no puede ser desvinculado de otra iniciativa
llevado a cabo en aquella época, la del monumento a los “Mártires de la
Religión y de la Patria”, en la plaza de España, que fue promovida por las
fuerzas conservadoras y que, curiosamente, se inauguró el día anterior al del
monumento al Justiciazgo; en este último caso sin la presencia de
representantes religiosos.
Para recaudar los fondos precisos se constituyó una Comisión
Ejecutiva, en 1888, en la que se integraron representantes del ayuntamiento de
la capital aragonesa y de las tres Diputaciones Provinciales. En Zaragoza se
abrió una suscripción pública que recaudó 2.153,25 pesetas y también
contribuyeron diversas corporaciones, siendo las más importantes las del
Círculo de Unión Republicana y el Colegio de Abogados, cada uno de ellas con
150 pesetas. La Diputación de Teruel aportó 650 pesetas, pero no consta que lo
hiciera la de Teruel.
Pero, también aportaron fondos muchos ayuntamientos
aragoneses y algunos de fuera, como el de Barcelona con la importante cantidad
de 2.134,65 pesetas o el de Cáceres con 100.
Entre los aragoneses, el primer lugar lo ocupa el de
Zaragoza con 14.960 pesetas, pero lo sorprendente es que el de Borja contribuyó
con 250 pesetas, al igual que Calatayud, Daroca y Alcañiz, sólo superados por
Sos (396), Mora (329), Cariñena (300) y Calatorao (257,50). Atrás quedaron
ciudades importantes como Tarazona que sólo aportó 50 pesetas.
Pero, junto con Borja, también donaron cantidades
significativas otros municipios de nuestra zona: Agón (50), Albeta (7), Ambel
(50), Boquiñeni (62), Fréscano (58), Fuendejalón (55,50), Maleján (20) y
Trasobares (10).
En total la cantidad recaudada fue de 75.603,97 pesetas,
ascendiendo los gastos a 77.368,43, por lo que hubo un déficit de 1.765,06
pesetas.
Para justificar la diferencia entre las cantidades
recaudadas en cada municipio, cabe apelar a la posición ideológica de quienes
los gobernaban. En el caso de Borja era Alcalde D. Feliciano Rivas Foncillas,
preclaro representante de los liberales, aunque no pudo asistir a la
inauguración del monumento, ya que el 1 de enero de 1904 fue sustituido por D.
Rafael Nogués Aguilera, aunque volvió a la Alcaldía el 12 de agosto de 1905. El
Ayuntamiento de Borja acudió en corporación, con su pendón al frente.
En aquellos momentos, había sido nombrado Alcalde de
Zaragoza, otro destacado personaje vinculado a nuestra ciudad, D. Alfredo de
Ojeda Perpiñán que, por otra parte, había sido promotor del monumento a los
Mártires al que había contribuido generosamente. Además, ese monumento fue
proyectado por el arquitecto D. Ricardo Magdalena Tabuenca, cuyos padres, como
es sabido, eran naturales de Borja.
Así es que nuestra ciudad está relacionada, en cierta
medida, con los dos monumentos situados en los extremos del paseo de la
Independencia que respondieron, en su momento, a planteamientos ideológicos
diferentes.
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