El cardenal D. Rafael Merry del Val y Zulueta (1865-1930) había nacido en Londres, donde residía su padre (diplomático de carrera). Perteneciente a una distinguida familia de ascendencia irlandesa, su abuela paterna era la aragonesa Dª. Trinidad del Val Gómez. Cursando estudios universitarios en la Universidad de Ushaw sintió la llamada de Dios y el joven de noble familia, apasionado por el deporte decide ser sacerdote. Parte de su formación la llevó a cabo en la Pontificia Academia de Nobles de Roma. Ordenado presbítero en 1888, colaboró en la fundación del Colegio Español de Roma y, en 1900, León XIII lo nombró Arzobispo titular de Nicea y Presidente de la Pontificia Academia de Nobles donde había estudiado.
Fue a la muerte de León XIII cuando su vida experimentó un
cambio radical ya que fue designado Secretario del cónclave para elegir a su
sucesor y allí conoció al cardenal Giuseppe Melchiorre Sarto quien, tras el
veto del emperador al cardenal Rampolla, fue elegido Papa, tomando el nombre de
Pío X (hoy San Pío X). Una de sus primeras decisiones fue nombrar a Merry del
Val su Secretario de Estado, a pesar de que no era cardenal (lo sería a partir
del siguiente consistorio), cargo que desempeñó hasta la muerte de San Pío X en
1914.
El cardenal era doctor en Filosofía y en Teología, así como
licenciado en Derecho Canónico, pero a pesar de elevada posición en el seno de
la Iglesia, se caracterizó por la práctica de las virtudes cristianas lo que
motivó la incoación de la causa para su beatificación que aún sigue su curso.
Las llamadas “Letanías de la humildad” que le son atribuidas,
es posible que fueran escritas con anterioridad, pero se sabe con certeza que
las recitaba todos los días al finalizar la celebración del Santo Sacrificio de
la Misa.
A nosotros nos han sido de gran ayuda para forjar nuestro carácter
frente a las adversidades y sinsabores que la vida nos depara y hoy queremos reproducirlas,
con la esperanza de que sirvan también a algunos de nuestros lectores que, como
nosotros, se sienten olvidados o postergados:
-Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
-Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
-Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
-Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
-Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
-Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
-Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Admirable lección de humildad del Siervo de Dios Rafael Merry del Val que debería hacernos meditar, con más frecuencia, en la futilidad de las cosas de este mundo, poniendo nuestra mirada únicamente en lo que realmente importa, aunque muchas veces lo olvidamos.
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