Enrique Lacleta ha recorrido la zona quemada en el Santuario de Misericordia, donde prosiguen las tareas de tala de árboles, de cuyo inicio ya dimos cuenta en un comentario anterior.
Realmente, impresiona ver caer los
árboles de lo que hemos conocido como un frondoso pinar y que nunca volveremos
a ver recuperado, aunque llegará a estar cuando pasen más años de los que nos
quedaban por disfrutar del bosque perdido.
Enrique ha fotografiado dos de los árboles cortados para que nos entretengamos calculando su edad, contando los anillos de su tronco, lo que se conoce como dendrocronología.
Pero la Naturaleza sigue su curso sobre
la tierra calcinada, en la que algunas especies se mimetizan y esta fotografía
constituye un precioso ejemplo con esa mariposa que se asemeja a una hoja
caída.
Lo más llamativo es que, pocos días
después de la catástrofe, las encinas han vuelto a brotar. No en vano se trata
de una especie pirófita, capaz de sobrevivir al fuego, aunque no hay que
llamarse a engaño, porque ello no debe hacernos olvidar que se crecimiento en
muy lento.
Mientras tanto, el aspecto es desolador
pero, como dicen los especialistas, antes de actuar para repoblar la zona
quemada, habrá que observar su capacidad de regeneración.
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