Ambel
es una localidad, situada a unos siete kilómetros de Borja, que conserva un
importante conjunto de monumentos relacionados con un brillante pasado,
vinculado a las órdenes militares. Inicialmente, fue cabecera de una encomienda
de la Orden del Temple y, tras la extinción de ésta, pasó a la Orden de San
Juan de Jerusalén, de la que dependió hasta el siglo XIX.
La construcción de su iglesia parroquial de San Miguel Arcángel
hay que enmarcarla en ese momento histórico en el que los caballeros
hospitalarios se hacen cargo de la encomienda.
De tipología casi idéntica a la
iglesia parroquial de Alberite de San Juan, localidad dependiente de la
encomienda de Ambel, es un edificio de planta única con cabecera poligonal y
tres tramos que se cubren bóveda de crucería sencilla, cuyos nervios apoyan en
sencillas ménsulas. Tiene capillas en los contrafuertes del primer tramo.
La
decoración exterior del ábside es idéntica a la de Alberite, aunque no puede
verse por haber quedado rodeado el templo por edificaciones posteriores. Está
constituida por un paño de arcos mixtilíneos entrecruzados, enmarcado por dos
fajas de ladrillos en esquinilla. Sobre ellos, los grandes ventanales apuntados
que se cerraban con una bella decoración constituida por tres columnillas de
sección octogonal con capiteles de los que arrancan los arcos de ramas
mixtilíneas entrecruzadas. Los espacios libres, tanto en la parte superior como
en el existente entre las dos columnillas laterales y la que hace de parteluz,
tenía una bellísima decoración en yeso calado.
Aún se aprecian, tras el altar mayor restos significativos de estos ventanales e, incluso, la pintura que decoraba la nave, ahora oculta; mientras que por el exterior se ha mantenido la celosía de cierre de uno de ellos.
En
el siglo XVI, la iglesia fue sometida a importantes obras de remodelación. La
bóveda del tramo de los pies del templo se rehízo y se construyó una tribuna
sobre las capillas laterales del muro Sur. La obra está fechada en una de las
claves de esa bóveda: 1548.
De esta misma época son
las capillas de San Juan Bautista (ahora del Sagrado Corazón) y de Santa Lucía,
así como los dos torreones: el llamado de los Monserrat y el campanario, unidos
por tres galerías superpuestas que configuran la actual fachada exterior del
templo. Son arcos carpaneles cuyo número se va doblando, tres en la planta
inferior, seis en la segunda y doce en la tercera. Originalmente abiertos, en
las dos plantas superiores, formaban un corredor o tribuna hacia la plaza.
En el
interior de la iglesia destacan dos retablos góticos de singular interés: El de
Santa Lucía y el de la Magdalena. También son muy interesantes el de San Antón,
de tipología ya renacentista, aunque con pinturas sobre tabla, y el del Niño
Jesús que, con el retablo mayor son dos interesantes muestras de estilo
romanista.
Gran
interés tiene, asimismo, el retablo renacentista del Santo Cristo. La imagen
central ha sido restaurada recientemente por el Instituto de Conservación del
Patrimonio Artístico Español.
En el frontal aparecen
las armas de la Orden y, en las columnas que flanquean al grupo central, los
símbolos de la Pasión.
En una hornacina de la
misma capilla, se conserva la cabeza momificada del comendador D. Melchor de
Monserrat, muerto heroicamente en la defensa del fuerte de San Telmo, durante
el gran sitio de Malta.
El
templo conserva una importante colección de relicarios, las Santas Reliquias,
que son las patronas de la localidad. Entre ellas, un Lignum Crucis donado, junto con otros relicarios por el comendador
D. Pedro de Monserrat.
Situada
en torno a la iglesia, se encuentra la casa
conventual de la Orden, un conjunto monumental de singular importancia que
se fue configurando, en el transcurso del tiempo, en torno a un primitivo
castillo que allí existía. Minuciosamente estudiado por Christopher Gerrard,
todavía se advierten en él, testimonios de sus diferentes etapas constructivas.
Los
más antiguos pertenecen a un torreón cuyo origen se ha querido atribuir a época
romana pero que, indudablemente, existió durante la larga presencia musulmana.
Tras la Reconquista hay referencias documentales al castillo de Ambel. Cuando
se hacen cargo del mismo los templarios, construyen dos nuevos edificios
rectangulares y, probablemente, una iglesia cuya ubicación no se conoce.
Al
pasar a poder de los hospitalarios, además de la iglesia se van adosando nuevos
espacios, especialmente en el siglo XVI, bajo el influjo de los Monserrat,
aunque será en el XVII cuando el comendador Martínez de Marcilla daría remate a
un largo período de obras que le dieron la configuración actual.
El
acceso se efectúa desde una puerta contigua al torreón de los Monserrat que da
un paso cubierto al que se abría la escalera monumental y, al fondo del mismo,
el patio de armas, alrededor del cual se dispone todo el conjunto.
Entre
los elementos más importantes destaca la excepcional barandilla de su escalera principal, cuyas yeserías
mudéjares son uno de los raros ejemplos de este tipo de labor que se han
conservado en Aragón.
La
escalera desembocaba en una antesala por la que se accedía a la Sala de las
Rodelas. Hacia el hueco de la escalera se abría una pequeña logia de tres arcos
de medio punto con delicadas columnitas en cuyos capiteles aparecen las armas
de la Orden y del comendador Monserrat. Cuando se construyó una nueva escalera
para dar acceso a la planta superior, perdió su funcionalidad y la columna
central fue desplazada, aunque todas ellas se han conservado. Sobre el nuevo
hueco figuran las armas del comendador Marcilla, autor de la reforma.
También
aparecen en la Sala de las Rodelas que mandó acortar. Este espacio palaciego
con techumbre de madera, debe su nombre a que, en las paredes del mismo, se
colgaron como decoración estos elementos defensivos.
En
la fachada lateral del palacio se abre una galería de seis arcos rebajados, en
cuyas paredes han aparecido interesantes graffiti,
algunos de ellos representando buques de la Orden.
Más espectacular es la
fachada Norte que da al campo, en la que destacan los dos grandes torreones de
cuatro plantas, construidos en tapial de tierra y ladrillo, con las esquinas
reforzadas de ladrillo. Entre ellos, retranqueado algunos metros se alza una
parte del edificio, rematada por una galería de diez arcos de medio punto de
ladrillo.
El palacio, junto con
la iglesia, fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2001 y forma parte
del “Aragón Mudéjar”. La iglesia está en
estos momentos en proceso de restauración.
Otro
de los monumentos de Ambel es la ermita
de la Virgen del Rosario que es un templo de considerables dimensiones. El
edificio actual se levantó sobre el espacio que ocupaba un templo mudéjar del que
se ha conservado la torre y la puerta de acceso. Es interesante destacar que la
orientación del mismo estaba invertida. Por lo tanto, la torre estaba situada a
los pies y la puerta en el muro sur, a la derecha de la cabecera.
La
torre es de planta cuadrangular y tiene tres cuerpos. El inferior no tiene más
decoración que una faja de ladrillos en esquinilla. En el segundo hay dos fajas
de cruces; la inferior de múltiples brazos y la superior formando rombos. El
cuerpo superior, donde están las campanas, presenta bajo el alero otra franja
de ladrillos resaltados que se cruzan como en la anterior. Se cubre con bóveda
de ocho paños sobre trompas en ángulo escalonadas. Está pendiente de ser
rehabilitada.
En
1603, tras el derribo de la anterior, comenzó la construcción de la nueva
fábrica, según diseño del maestro José Barbod. El impulsor de esta reforma fue
Fray Juan de Hebrera, un religioso agustino, natural de Ambel que se graduó
como Doctor en Teología en la Universidad de Zaragoza.
Se trata de una iglesia barroca de planta de cruz latina
que se cubre con bóveda de lunetos. En el crucero hay una cúpula sobre
pechinas, sin linterna, Entre los nervios de la misma se abren los amplios
ventanales que dan luz al interior. Tiene capillas entre los contrafuertes y,
sobre ellos, una tribuna corrida.
Toda
la fábrica del templo es de ladrillo. La actual puerta de acceso se abre en el
hastial, entre dos pilastras. Está enmarcada por una decoración barroca
realizada con ladrillo aplantillado. En el centro una hornacina con dos
pináculos a sus lados. Sobre la puerta, seis plafones de yeso labrado. Las
escaleras de nueve peldaños dispuestos semicircularmente fueron realizadas en el siglo XX.
En
su interior, se conservan varios retablos góticos de gran interés. También
destaca el retablo mayor barroco que quedó sin policromar. Llama la atención el
hecho de que, en su estructura quedó incorporado un pequeño retablo barroco, en
este caso, dorado y policromado. La torre fue declarada Bien Catalogado del
Patrimonio Cultural Aragonés. Forma parte del “Aragón Mudéjar”. El resto de la iglesia no tiene ningún tipo
de protección.
En
Ambel se conservan asimismo una serie de interesantes muestras de arquitectura
civil, aunque la mayor parte de ellas han sido sometidas a obras de
transformación que han alterado sus características.
No hay comentarios:
Publicar un comentario