Cuando
hace unos días publicamos un artículo sobre el antiguo retablo del convento de
San Francisco e identificábamos la figura que aparece en el remate del mismo
como la del Ángel protector de la ciudad, no podíamos imaginarnos la
repercusión que iba a tener.
Porque,
a raíz de ello se ha puesto en marcha una interesante iniciativa encaminada a
celebrar, como se merece, la fiesta del Ángel Custodio. Se pretende recrear una
bonita ceremonia que, con finalidad diferente, se lleva a cabo en otras
localidades: El descenso del ángel.
Aquí
va a tener características mucho más espectaculares, pues el ángel descenderá
desde la cima del castillo y, tras una primera etapa en la torre de las
campanas de Santa María, caerá en el Campo del Toro.
Allí,
estarán esperándole nuestras primeras autoridades, vestidas a la usanza del
siglo XVI, para recibir esa corona que porta en sus manos el ángel. Se
pretende, asimismo, que 500 niños ataviados con túnicas blancas se congreguen
también en ese lugar, junto con todas las personas que deseen asistir, siempre
vestidas con trajes apropiados.
El
resultado puede ser espectacular, especialmente por las dificultades que tiene
el descenso, dada la pendiente que es preciso salvar y la gran distancia entre
el origen y el punto de destino. No se nos escapa el riesgo existente, pero ahí
precisamente radica el interés de la ceremonia, pues ante lo incierto del
resultado final, la emoción está garantizada.
Ya
han sido encargados los materiales precisos para la instalación del andarivel
por el que descenderá el ángel. Debido a la complejidad que entraña su montaje,
se ha decidido, de manera muy acertada, que se hagan cargo del mismo todos los
borjanos que prestaron servicio en la Armada, donde estas técnicas son de uso
frecuente.
Sin
embargo, lo más complicado ha sido elegir a la persona que asumirá la
representación del ángel. Aunque pueda parecer sorprendente ha habido varios
voluntarios.
En un principio se
había pensado en un gran deportista relacionado con la principal oferta
turística de nuestra comarca pero, al final, se ha optado por una abnegada religiosa
que ha aportado como mérito el haber actuado como ángel en la representación de
un auto sacramental. No es lo mismo, pero al menos demuestra una indudable preparación
para vestir la túnica y las alas, propias del personaje.
Si
la experiencia tiene éxito, como estamos seguros que ocurrirá, para los
próximos años, cada familia podrá proponer al miembro de la misma del que
deseen deshacerse, lo que incrementará el sentido participativo de la
celebración.
Comoquiera
que el acto tendrá lugar el 2 de octubre, fiesta de los Ángeles Custodios,
queda el tiempo suficiente para enriquecer la iniciativa con nuevas sugerencias
y para realizar los ensayos necesarios para lograr la máxima espectacularidad,
de manera que podamos contar con un nuevo atractivo turístico de carácter
singular: “El descenso del ángel” en los años en que finalice con éxito o “La
caída del ángel” cuando las circunstancias lo impidan.
Bonita inocentada
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