A
veces un pequeño documento suele aportar noticias interesantes sobre los más
diversos aspectos. Esto es lo que nos ha ocurrido con esta octavilla de
propaganda, fechada en septiembre de 1892, que fue distribuida por la Fábrica
de Yeso de Pablo Giménez Sola. En primer lugar, porque no teníamos noticia de esta
empresa borjana, entonces situada “frente a la estación”.
En
ella se anuncia que ha fabricado 1.500 quintales (un quintal pesaba unos 45
kilos) del “verdadero yesillo para uvas”, extraído de las “canteras sitas en
este término de Barbalanca”. Le hemos pedido a Juan Manuel Serrano Lacaba que
nos remita fotografías de la ubicación de esas canteras, de las que se obtenía
ese “yesillo” que no tenía “la más pequeña parte de cal”.
Se
trata, en definitiva, de esos cristales de yeso tan frecuentes en nuestra zona
que machacados se empleaban para la elaboración del vino, en un proceso al que
se denominaba enyesado.
El
yeso reaccionaba con el bitartrato potásico del mosto, dando lugar a sulfato
potásico que quedaba en el caldo, ácido tartárico que contribuía a acidificarlo
y tartrato de cal que se depositaba en el fondo, arrastrando las materias
albuminoideas, contribuyendo a aclararlo y, lo más importante a conservarlo
debido a la acción antiséptica del ácido tartárico. Se conseguían así vinos
ácidos y de un color rojo más intenso.
El
problema es que los sulfatos son perjudiciales para el organismo. De ahí el
cuidado que había que tener en las proporciones de yeso que se añadían y, sobre
todo, en que fuera lo más puro posible. De ahí que el empresario borjano resaltaba
que su producto “no será nocivo a la salud”.
Actualmente
no se emplea el yeso, habiendo sido sustituido por la acción del anhídrido sulfuroso,
obtenido por la adicción de metabisulfito potásico que ya viene preparado
comercialmente, pero del que conservamos una muestra de los cristales que se
utilizaban en las bodegas privadas y que tenían forma prismática, de un color
rojo muy bonito, parecido al de esta imagen que corresponde a cristales de
metabisulfito sódico.
Finalmente,
el documento refleja también los usos sociales de la época, dado que antes de
la firma se hace constar: “S. S. Q. B. S. M.” que son las iniciales de la fórmula
de cortesía utilizada en la época: “Su seguro servidor que besa su mano”.
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